Y si Rioseco fue a conquistar Sevilla en 2006 con su Semana Santa, la capital hispalense también quiso tener su presencia en la Ciudad de los Almirantes. Y lo hizo homenajeando al que durante 27 años ocupara su arzobispado: el riosecano monseñor Carlos Amigo. Hasta Rioseco llegó un nutrido grupo de sevillanos acompañados de una réplica de la patrona sevillana: la Virgen de los Reyes, que procesionó por las calles riosecanas.
Los aromas sevillanos inundaron cada rincón riosecano. Las monjas de Santa Clara fueron las encargadas de recibir a la Virgen, tal y como lo hacen en la capital hispalense las Hermanas de la Cruz, que visten la talla antes de salir en procesión por las calles sevillanas. El puente sobre el río Sequillo se pareció un poco más al de Triana, y las rúas porticadas a las de la ciudad del río Guadalquivir. No hubo 25 costaleros como es preceptivo cada 15 de agosto en su procesión, pero los riosecanos y riosecanas quisieron portar sobre sus hombros a la patrona de la capital andaluza. Como en Sevilla, el desfile finalizó con una Pontifical. La catedral sevillana se sustituyó, en este caso, por la iglesia de Santa María, la particular Giralda riosecana.
Cerca de 40 personas llegaban a la Ciudad de los Almirantes para empaparse del patrimonio y la gastronomía de la ciudad natal del que fue su arzobispo durante más de 25 años. No faltaron las visitas a sus templos y museos, aunque los momentos más intensos fueron los que contaron con la presencia del cardenal. El sábado por la tarde se honró a la patrona de Rioseco, la Virgen de Castilviejo, con una salve. Tras el acto religioso, el alcalde de la ciudad, Artemio Domínguez, descubría entre risas un pequeño secreto: “Ha podido degustar un torrezno y un chorizo frito”. Amigo lo corroboró: “Hacía muchos años que no iba a Castilviejo y también muchos que no comía un aperitivo tan rico”.
El fin de semana terminó con una procesión. Y es que el grupo de sevillanos que arroparon al cardenal quisieron regalarle una réplica de la patrona de Sevilla, la Virgen de los Reyes. A su vez, monseñor Amigo decidió que sea la ciudad de Medina de Rioseco quien guarde la imagen, que se colocó en la iglesia parroquial de Santa María para su culto. La comitiva partió al filo del mediodía del convento de Santa Clara. El arzobispo emérito de Sevilla bendijo la talla y fueron las propias clarisas quienes tomaron el primero poso. Otro de los momentos intensos fue la salida de la iglesia conventual, pues la Banda Municipal de Medina de Rioseco interpretó el himno de la patrona sevillana.
El tiempo acompañó y muchas personas se dieron cita en las calles de la ciudad para asistir a la procesión. Tras cruzar el puente mayor, Amigo hizo una parada frente a la residencia de ancianos y otra en la puerta de la casa que le vio nacer un lejano 23 de agosto de 1934, en la calle que hoy lleva su nombre. Una misa pontifical y una comida homenaje en el Hotel Vittoria Colonna pusieron fin a un intenso y emotivo fin de semana, que sirvió para unir dos ciudades, Sevilla y Rioseco, tan distintas y tan iguales.