Todos los riosecanos tienen un pequeño espacio de su corazón dedicado a la Semana Santa. Un secreto lugar donde guardan cada uno de sus recuerdos que han ido quedando de esos días tan especiales que llegan con cada nueva primavera. Recuerdo y vivencias que se materializan en objetos que, con una gran carga emocional, tienen el poder de traer al presente la memoria de lo pasado.
En su casa de la calle Cantareros, en un bonito merendero adornado con antiguas herramientas y otras cosas, Alberto Macón tiene su pequeño rincón en el que guardar y exponer todos aquellos objetos que recuerdan su vida como cofrade. A sus 36 años, es cofrade de tres hermandades. Primero, siguiendo los pasos de su padre, Alberto, lo fue de la de Jesús Atado a la Columna; más tarde, como lo fue su abuelo, Mariano Macón, de la Piedad y, más recientemente, de la Clemencia, desde que se fundó en 2010, pues perteneció durante más de 20 años al apuntarse a los 6 años a la banda de la Junta Local, parte muy importante de la nueva cofradía.
Junto a estas particulares devociones se encuentra también la que tiene por La Escalera, que le llega por tradición materna. Ahora, y como es normal en Rioseco, su hijo, Alberto, de 4 años, ya es del Ceomico, y en un futuro lo será de La Escalera. Incluso ha contagiado su ilusión a su esposa, Marian Herreras, que, nacida en Villarramiel, también es de la Hermandad de Jesús Atado a la Columna.
Esta intensa relación con la Pasión riosecana queda reflejada en esos objetos de especial cariño, como una escultura en barro del Ceomico realizada por su familiar el añorado Agustín Macón; un relieve en madera del paso de La Escalera; otro en bronce fundido por Perero; la placa que la Hermandad de la Piedad entregó a su abuelo, Mariano Macón, como hermano mayor al cumplirse en 1985 el bicentenario de la cofradía; varios ejemplares de las distintas trompetas y tambores que la banda de la Junta Local ha tenido, recuerdo de su paso y relación con esta agrupación, en la que tiene buenos amigos; una carboncillo de la cara de la talla de Jesús de La Flagelación, que le regaló su tío Mariano Macón como una de sus obras más tempranas; o una horquilla con la fecha de 1912.
Objetos que Alberto relaciona con recuerdos, que componen la memoria de su particular y especial Semana Santa, esa que le pertenece, que guarda como un tesoro y que su hijo heredará.
Un carboncillo inédito de Mariano Macón
XXLa visita a casa de Alberto Macón ha servido para descubrir el bello dibujo en carboncillo que en 1962 realizó su tío, el artista Mariano Macón, del rostro de la escultura de Jesús del paso de La Flagelación. Un bello dibujo que la familia Macón de Prado ha cedido a la Hermandad de la Flagelación para que forme parte de la muestra Entonces Pilato mandó azotar a Jesús, que hasta este domingo se encuentra instalada en la sala de exposiciones de Cajamar con motivo del bicentenario de la fundación de la cofradía. El carboncillo es probablemente el primer material que utilizó el hombre para dibujar, y también ha sido el material con el que a lo largo de la historia los artistas se han enfrentado al dibujo, la pintura y la escultura, utilizándolo para bocetar y como material final. Es sin duda la técnica estrella con la que los artistas se han formado y esto es así gracias a las cualidades especiales que posee, como son su facilidad de rectificación, su versatibilidad y sobre todo su gran capacidad expresiva especialmente en los problemas relativos a la luz. El dibujo en carboncillo habría sido realizado por un joven Mariano Macón.