Una curiosa inscripción recorre la base de la imagen de la Virgen situada sobre la portada principal de la iglesia de Santa María: L(ICENCIA)DO CAR(R)ION LA DIO. Sostenida por una ménsula con decoración de bolas, típica del gótico isabelino –también conocido como estilo Reyes Católicos, por haberse desarrollado bajo el reinado de estos monarcas-, la imagen se encuentra en el centro de un pequeño tímpano. De hechura un tanto tosca y de escuetas dimensiones, la talla representa la imagen de la Virgen María sosteniendo a Jesús en sus brazos, aunque de éste último no se conserva más que el torso, brazos y piernas, habiendo desaparecido los pies y la cabeza, bien por un desgaste natural del material, bien por la puntería en el lanzamiento de piedras de los niños riosecanos de tantas generaciones.
Es necesario usar un zoom fotográfico o unos prismáticos para poder ver esta imagen en detalle y la inscripción de la base. El aspecto de una y otra apuntan a una época cercana a la construcción del templo, los primeros años del siglo XVI.
Pero ¿quién fue este licenciado Carrión? Siento decir que no he encontrado ninguna referencia documental a este personaje, aunque quizá alguno de los historiadores que existen en nuestra ciudad pueda haber tropezado alguna vez con tal nombre. Pero de su título y su nombre se pueden deducir dos cosas: la primera, que el apellido -Carrión- es de procedencia palentina-vallisoletana; y segunda, que era un hombre con titulación universitaria superior. El título de licenciado se adquiría entonces, aprobando los estudios mayores universitarios (equivalentes a los contemporáneos de licenciatura y grado), que en aquellos momentos estaban enfocados solamente hacia tres materias: teología, medicina y derecho y que con el tiempo fueron ampliándose a la Geometría (agrimensor) o la Filosofía.
En resumidas cuentas, el donante de esta imagen era un hombre de procedencia local o comarcal, cura, médico o abogado, parroquiano de Santa María o sacerdote de la misma y con el suficiente dinero como para hacer esta donación.
Las dos argollas de hierro bajo el ventanal, los restos de dos ángeles situados junto a las agujas de la portada (de los que apenas quedan una pierna y parte del torso), junto a la inscripción de esta imagen de María, son sólo algunos de los numerosos y curiosos detalles casi imperceptibles que adornan nuestra pequeña catedral y que merecen un estudio más exhaustivo.