Esta semana la comunidad escolar del que fuera centenario Colegio de San Buenaventura conocía la triste noticia del fallecimiento del profesor riosecano Santiago Sánchez Muñoz, a los 58 años edad, tras una grave enfermedad.
Fue en los primeros años de la década de los 70 cuando con 20 años un jovencísimo Santiago Sánchez iniciaba su aventura en la docencia al incorporarse al profesorado de un histórico centro escolar en el que permanecería tres décadas de su vida, pasando por todas las etapas del ciclo escolar desde infantil hasta segundo de la ESO.
Sus ganas de enseñar, y también de aprender, junto a su carácter amable y simpático de buena persona, siempre atento y dispuesto, pronto le hicieron ganarse el cariño de sus alumnos que vieron en su profesor a un amigo.
Treinta años de clases, del día a día con cientos y cientos de alumnos, de lecciones, de vivencias, de anécdotas, de largas y frías tardes de enero, de divertidos recreos, de largos pasillos, de fiestas de Navidad, de exámenes llegan ahora al presente empujados por una memoria que se rebela contra el olvido.
Porque, ahora, Santiago, junto a Francisco Blanco, Ignacio Izquierdo, Juan Carlos Navarro o Servilio Pino, entre otros, ya forma parte del recuerdo entrañable de la historia de un colegio que forjó la personalidad de tantos riosecanos. Siempre tendrá un hueco en el corazón de todos los que alguna vez fuimos sus alumnos.
Tras su paso por el Colegio de San Buenaventura, Santiago pasó por distintos centros escolares antes de llegar al de Virgen Niña, en Valladolid, en el que impartía su docencia en la actualidad.
El año en el que el Colegio de San Buenaventura estaba viviendo su último curso escolar, los alumnos de Santiago Sánchez quisieron dedicarle unos versos, que ahora, de forma póstuma, sirven como el mejor y más sincero homenaje.
Tú me enseñaste a volar
Tú me enseñaste a volar
con alas de pajarillo
cuando no era más que un niño
sin miedo a la libertad.
No envejecerás jamás,
amigo, hermano, maestro,
siempre como un padre nuestro
en boca de algún chaval.
Te han robado el corazón
los muchachos de la escuela,
ellos pasan, tú te quedas,
algo de ti llevarán.
Te han robado el corazón
los muchachos de la escuela,
ellos pasan, tú te quedas,
tú me enseñaste a volar.
Tú decidiste volar
dejando crecer a todos,
cada cual tuvo a su modo
su sueño de libertad.
Nunca he podido olvidar
aquella lección pequeña:
cada cual es lo que sueña,
sueña un poco cada cual.
Vas diciendo que alcanzarás
el vuelo como un chiquillo,
hermano, maestro, amigo,
quédate un poquito más.
Siempre tendrás un lugar
en mi corazón de niño,
compañero de camino,
tú me enseñaste a volar.
A sus padres Santiago y Victoria, a su hermano Luis Ángel, a todos sus compañeros de profesión, a todos los que un día fuimos alumnos suyos y a todos sus amigos, nuestras más sinceras condolencias. Santiago, descansa en paz. El próximo lunes a las seis de la tarde en la iglesia de Santa María acogerá una misa en su memoria.