Como prometimos hace unas semanas hoy dedicaremos este espacio a Ignacio Núñez de Gaona, el primer presidente que tuvo la Sociedad de Amigos del País, de Medina de Rioseco, y en concreto al discurso que pronunció el día de la inauguración de la misma, leído el 14 de septiembre de 1786.
Deberíamos empezar por hacer una breve biografía de este insigne riosecano. Ignacio Javier Núñez de Gaona nació en Medina de Rioseco el 11 de octubre de 1739, hijo de Juan Antolín Núñez del Nero y de María Josefa de las Nieves de Gaona. Fue bautizado en la parroquia de Santa María cuatro días después, templo en el que aún pueden verse los enterramientos de algunos de sus familiares. Pertenecía a una adinerada familia hidalga de la ciudad, en la que habían destacado varios miembros por ocupar altos cargos en la administración real y por su participación como oficiales en el ejército. Entre los antepasados de Ignacio figuraba Antonio Núñez de Monroy, Maestre de Campo en el Virreinato del Perú y fundador del colegio riosecano de los Niños de la Doctrina. Hermano de Ignacio fue el Teniente General de la Armada, Manuel José Núñez de Gaona, héroe riosecano de la marina española, cuya biografía puede leerse en un artículo publicado en la revista de Semana Santa del año 2010. Sobrino de ambos fue Juan Núñez Antich, militar destacado en la Batalla del Moclín, al frente del batallón “Voluntarios de Rioseco”, en el que lucharon valientemente muchos de nuestros tatarabuelos.
Ignacio no poseía un currículum menor. Fue Alcalde de la Sala del Crimen de Barcelona y después Oidor de la Real Audiencia de Cataluña. Además de miembro numerario y de honor de varias academias españolas, entre ellas de la Real Academia de la Historia, de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona y de la Real Academia de la Lengua Española. Recibió, al igual que sus hermanos, la Orden de Carlos III.
Es inexplicable e imperdonable que ni tan destacado personaje (verdaderamente preocupado por el desarrollo de Medina de Rioseco), ni su hermano Manuel (héroe en batallas y acciones como la del Cabo San Vicente, sitio de Gibraltar, Trafalgar o Cádiz, entre otros, que dio nombre a una bahía en Canadá y a una isla en las Galápagos) o su sobrino Juan (con un importante papel en el Moclín y en Cabezón de Pisuerga), aún no tengan dedicada una sola calle o plaza en su ciudad natal.
Tirones de ojeras institucionales aparte, lo cierto es que Ignacio Núñez realizó en su discurso un completo análisis de la economía, la agricultura, el comercio, el urbanismo, la educación y la sanidad del Rioseco de finales del siglo XVIII. Un estudio crudo en algunos casos e hilarante en otros, pero siempre constructivo, aportando soluciones a los problemas.