Cientos de personas, muchos de ellos militares, han abarrotado esta mañana la iglesia de Santa María de Mediavilla de Medina de Rioseco donde se ha celebrado el funeral por el sargento Carlos Caramanzana, fallecido el pasado 19 de marzo en el trágico accidente del helicóptero al sur de Fuerteventura.
La familia, natural de Medina de Rioseco, ha querido que los restos mortales del militar vallisoletano reposen para siempre en el cementerio municipal de la ciudad de los Almirantes. Un emotivo funeral ha reunido a muchos familiares, amigos, compañeros y vecinos del sargento mecánico trágicamente fallecido en el accidente aéreo.
Los alcaldes de Medina de Rioseco, Artemio Domínguez, y el de Valdenebro, José Mario Gutiérrez, (localidad natal de la madre del fallecido) recibieron al subdelegado del Gobierno, José Antonio Martínez Bermejo, y al presidente de la Diputación, Jesús Julio Carnero, además del delegado de Defensa en Castilla y León, el coronel Tomás Alonso Marcos.
Varios autobuses de militares llegaron de las bases aéreas de Villanubla (Valladolid), Matacán (Salamanca) y la Virgen del Camino (León), con sus respectivos coroneles. Tampoco faltaron la representación de otros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado como el teniente coronel de la Comandancia de Valladolid de la Guardia Civil, Juan Miguel Recio, y el Jefe Superior de Policía Nacional de Castilla y León, Javier Peña.
Uno de los momentos más emotivos ha sido la llegada del féretro a la iglesia. Sus amigos y compañeros lo han trasladado hasta el interior del templo, donde el vicario general de la Diócesis, Luis Argüello, se ha encargado de oficiar el funeral junto a los párrocos riosecanos. El hermano del fallecido, Félix Caramanzana, también militar, veló el féretro durante toda la eucaristía. En su homilía, el vicario ha dicho que “no hay palabras, ni gestos que puedan consolar el dolor de unos padres que hoy acompañan los restos mortales de un hijo”.
Argüello, no obstante, insistió en la “esperanza de la Resurrección” y recordó que los militares en su “ejercicio del servicio” tras el trágico accidente no pudieron ser rescatados “por lo que debemos confiar en el rescate de nuestro señor Jesucristo”. El vicario dijo que este funeral no debe ser “la última palabra” e invitó a todos a creer que los cuatro militares serán “glorificados”.
Más de un millar de personas daban su último adiós. El subdelegado del Gobierno, José Antonio Martínez Bermejo, decía que “todos los ciudadanos deben arropar a la familia”. “Afortunadamente se han encontrado los cuerpos que era una de las cuestiones que más dolor producían a los familiares. Es un día triste pero al menos podemos dar sepultura a los restos de Carlos Carcamana”, aseguró.
El alcalde de Rioseco, Artemio Domínguez, en la misma línea, hablaba de “resignación” y recordaba que “Carlos y sus compañeros estaban entrenados para salvar vidas y precisamente cumpliendo con su deber han dado la suya”. Los restos mortales del vallisoletano fueron acompañados por multitud de personas hasta el cementerio de la localidad. Allí recibían sepultura para descansar eternamente.