Uno de los cambios más llamativos en el vecindario riosecano se había producido en los apellidos. Si en el anterior listado llamaba la atención el considerable número de familias de origen gallego, ahora destacan principalmente los apellidos vascos. Junto a algunos de Galicia (Novoa, Araujo, Carballo, Botana), aparecen en Rioseco ahora otros vascuences (Zubimendi, Sagastizábal, Eguiluz, Andonegui). También varios de procedencia riojana (Viguera, Semprún, Sáenz de Arellano, Herce, Sáenz de Santa María) e incluso un italiano (Antonio Farnesio Pasarini). La mayoría de ellos habían llegado a Rioseco para dedicarse al comercio, estableciéndose algunos después de manera definitiva, al prosperar sus negocios e invertir las ganancias en la compra de tierras y bienes inmuebles. Entre ellos vemos a dos importantes personajes: Manuel Semprún, “noble” y vecino de la Plaza Mayor, bistatarabuelo del famoso ministro socialista de Cultura, Jorge Semprún Maura. También a Don Ventura García, “noble” también y residente en la Calle Malcocinado, abuelo del destacado escritor riosecano Ventura García Escobar.
Descargar aquí el listado de vecinos de Rioseco del año 1777
Llamativo es también el nombre de un vecino de la Ronda de Santa Ana, llamado nada menos que Santos Dientes, jornalero de profesión. También atrae nuestra atención la existencia de varios músicos profesionales: José Ponz Ramiro, en la Calle de las Armas; Cayetano González en la de Misericordia; Blas San Jurjo en el Corro de Santa María; o el organista Tomás López, en la Calle Carboneras. Así como un importante número de soldados y oficiales, con toda posibilidad del regimiento de caballería que ocupaba el Cuartel del Arco de Ajújar. Pero no todos, como es el caso del riosecano Don Miguel Núñez Gaona, vecino de la Calle de la Panadería y capitán del Regimiento de Infantería Mallorca.
Los oficios relacionados con la agricultura y ganadería son los mayoritarios. Ofrecen una división curiosa: el hijo mayor de una familia, que heredaba la mayor parte del lote de tierras o del ganado familiares, aparece como labrador o como ganadero o pastor, mientras que trabajando para ellos o para otros patrones, están los hermanos menores, con la profesión de jornaleros. Otra curiosidad es la endogamia existente entre determinadas familias del mismo oficio. Así de esta manera vemos repetidos, una y otra vez, los mismos apellidos en familias dedicadas a una misma labor. Es el caso de los Galván, los De Toro, los Aguilar, los Pinto… todos ellos agricultores y ganaderos de ovino, vecinos todos del entorno del Corro San Miguel y emparentados mediante numerosos matrimonios.
Junto a éstas tan tradicionales encontramos otras profesiones nuevas, que no aparecían en el anterior listado vecinal, algunas de las cuales incluso han sobrevivido hasta nuestros días. En 1777 Medina de Rioseco tenía: procuradores de causas, mancebos de mercader, de campo, y de comercio (es decir, empleados), un administrador del tabaco (estanquero), así como numerosos cordoneros y pasamaneros. Hay que aclarar que la industria de la pasamanería fue muy popular en el siglo XVIII en nuestra ciudad, dato que recogieron varios viajeros de la época. A pesar de esta notoriedad y de la gran calidad de la que gozaba, acabó decayendo por la oposición de industriales y tejedores riosecanos a la introducción en sus talleres, de los nuevos telares mecánicos. Esta negativa en invertir en nueva maquinaria hizo que los precios de su producción no fueran competitivos y provocó a la postre, la desaparición de esta industria en el municipio.
También había en Rioseco un estafetero mayor (jefe del correo), un amanuense (calígrafo y miniaturista), numerosos ganapanes y mozos del cordel (transportistas de pequeños bultos), varios senareros (labradores pobres), chocolateros, un par de sepultureros, un agrimensor, algunos hospitaleros, un balancero del peso real (encargado de la balanza del peso municipal) y un repesador (el fiel repesador era el jefe del peso municipal). Tenía también nuestra ciudad ministros de rentas, cosecheros de vino, un buen número de peones que trabajaban en el proyecto de la red de carreteras, creado por el monarca reinante, Carlos III. Y como ciudad de importancia también había en ella varios médicos, cirujanos y sangradores (que tenían a la vez el oficio de barberos), abogados, sirvientes, guardas del campo, presbíteros (sacerdotes), un salinero, dos prensadores, y un gran número de comerciantes, sastres, boteros, confiteros, tejedores, latoneros, herreros, sin olvidar una no desdeñable cifra de personas sin oficio, unos porque vivían de las rentas y otros porque eran viudas sin recursos, enfermos, impedidos, ciegos o simplemente pobres de limosna.
Todos ellos, hace exactamente 238 años, hicieron la Historia y las historias de Medina de Rioseco que tanto entretienen hoy a nuestros lectores. Y con ellos, además, la gran mayoría de los riosecanos compartimos apellidos y genes, porque muchos de los que aparecen en esta lista son nuestros antepasados.