Dijo Picasso aquello de que «por si acaso que las musas me pillen trabajando». Ayer todas (las musas) estaban en Rioseco. En sus calles iluminadas por la débil llama de las velas y, sobre todo, en el renacentista claustro de San Francisco, donde una vez más, se vivió una de esas noches mágicas gracias a la música.
La senda de las velas por toda la calle Mayor marcaba el camino hacia San Francisco. Allí, un centenar de músicos, de la Banda Municipal y los alumnos del Curso Nacional de Música, se marcaban un gran concierto, la guinda que coronaba una semana cargada de actividades musicales en la Ciudad de los Almirantes.
Pasodobles, bandas sonoras como Aladin o Piratas del Caribe, algunos más clásicos para violín… La Noche en Rioseco fue la de las tres M: Música, Musas y Museos. Porque tras el concierto el museo de San Francisco y el de Semana Santa, en la iglesia de Santa Cruz, abrían las puertas al cerca del medio millar de espectadores, que este año abonaron tres euros para asistir al concierto, que serán utilizados para la compra de instrumentos en la Escuela Municipal de Música Tierra de Campos.