El calor y la devoción fueron la tónica predominante en la procesión de la Virgen del Carmen celebrada el pasado miércoles 16 en Medina de Rioseco. Decenas de fieles abarrotaron la iglesia del Carmen del convento de San José que, como cada año, se vuelve a abrir por estas fechas.
La cofradía, con más de un centenar de componentes bien por tradición familiar o devoción, ha organizado un novenario a la virgen que culminó el pasado miércoles con la celebración de la eucaristía y su posterior procesión por las calles del barrio, alrededor de la tapia del cenobio riosecano.
La presidenta de la cofradía, Pilar Hernández, lleva inscrita en esta hermandad “desde siempre, desde que era una niña”. A Pilar lo que más la gusta de esta celebración “es esta virgen y esta iglesia”. Muchas de los devotos llevan colgado al cuello el popular escapulario de la Virgen del Carmen, confeccionado con tela del hábito de las monjas carmelitas, hoy tristemente desparecidas de la localidad.
Pero los cofrades no solo se reúnen en torno a esta celebración sino que, como la mayoría de las cofradías, celebran misas de difuntos cuando un componente de la agrupación religiosa fallece.
Era tan intenso el calor que acompañó a la procesión que se desaconsejó lanzar cohetes por peligro de incendio. María Rita Rodríguez, devota de la la Virgen del Carmen, recordaba que hace unos años, cuando la festividad tuvo que ser trasladada a Santa María, no pudieron sacar la preciosa imagen mariana, por lo que se procesionó una talla que la propia presidenta tenía en casa.
Por último, el párroco riosecano Juan Carlos Fraile, tras presidir la eucaristía en honor a la Virgen del Carmen explicó que de la fiesta se queda con “las personas, que lo viven con mucha intensidad y fe”. También tuvo palabras de reconocimiento a ese grupo de mujeres que días antes limpian y preparan el templo, cerrado el resto del año.