Mientras canta Billie Holiday, Luis Alonso escribe


José Antonio Pizarro García

Lo fío a la memoria. Otoño de 1987. Llamada de Luis desde Madrid:

            -Me acaban de comunicar verbalmente la concesión del primer premio internacional de poesía Antonio Oliver Belmas, de la Universidad de Cartagena, por mi libro “Celebración de la Luz”.

            -Enhorabuena, hay que celebrarlo. ¿Quién más lo sabe?

            – El Jurado y  tú, de momento.

            -¿La prensa?

            – Supongo que hasta mañana no saldrá una nota.

    -Pégate al teléfono; dentro de unos minutos te llamo desde Radio Rioseco para dar la primicia/exclusiva y entrevistarte.

Así fue. Con gran regocijo para ambos.

luisalonso2Después llegaron más libros, carpetas con inéditos, pregones, blogs, etc.; Escribir/escribir como cantar es lo que cuenta; /poco importa si es pasión duradera  o flor de un día.

Desde los once años, de colegio en colegio, cada vez más lejos, dejando tras de si una leyenda al paso, mantuvo el contacto epistolar con los amigos. Constante, fiel, puntual. En esas cartas había ya una vocación de escritura, ajeno al trámite formal de cumplir  una rutina. Cortejaba con soltura el idioma, la imaginación  y las metáforas. Vocación, lectura, vivencias y constancia, forjaron el poeta. Había que llevarlo a la radio. Durante las madrugadas de algún verano lanzamos  a las ondas (principalmente él)  literatura, buena voz, música, poesía, erotismo fino, fantasía, humor y un personaje sensual y misterioso, “La reina de la noche”.   En el programa, de titulo sugerente y equívoco -“Con la miel en los labios”- cabían muchas cosas.  Alguna  noche  se le debió ir la mano  lírico/erótica y  una oyente nos propuso, en serio, pasar de las musas al teatro, de las ondas a los órganos, y entregarnos -sin límites- a un trío…  Susto al margen, lo pasábamos bien haciendo aquel programa. Nada hay en la memoria comparable al recuerdo de la risa, nada es tan hermoso, tan grato.

luisalonsoY del nuevo libro, ¿qué? Colaboradores tiene este diario para hacer una crítica a tono. Estas letras no son más que un brochazo  tras  su lectura, donde tanta biografía encuentro; recuerdos, evocación, momentos vividos muy de cerca, caras, nombres reconocibles, a algunos de los cuales ha cristalizado admirablemente. Pero yo tengo una fe ciega en mis olvidos, /y tiendo a creer que todos ellos están a buen recaudo, en algún punto junto a otros camaradas.

Por si tenía todo esto olvidado, la correspondencia de juventud, las peripecias escolares, las cálidas noches radiofónicas, cuando -fuera de micrófono- cantaba “Piel de manzana”  como el mismísimo Serrat, sirva este apunte de recuerdo, de celebración por el  libro. Lo abre con una cita de John Berger.  Podría haberlo hecho con una de su admirado Claudio Rodriguez: y aunque/ a veces sea inmunda, siempre, siempre/ la más honda verdad es la alegría”.

Hay celebración y alegría en el libro.  Con lo vivido, y  compartiendo alcoba a diario con una Romy Schneider joven, morena,  inteligente y guapa, como para estar triste…

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