Más de un centenar de caballistas participaron en el encierro por el campo que se ha celebrado en la mañana de este sábado en el conocido pago de La Perla, dentro del programa festivo en honor a la Virgen de Castilviejo. Se trata de uno de los evento más característicos de las fiestas en el que en perfecta armonía toro, caballo y caballista (y cada vez más vehículos a motor) se funden con la belleza de los campos terracampinos.
Al filo de las diez y media de la mañana, tras el tradicional reparto de orujo y pastas, se abrió el camión. Pero este año no salieron dos morlacos, como era habitual, sino dos vacas y un novillo. Una novedad que ha suscitado una división de opiniones entre los aficionados al toro y al caballo: había quienes piensan que “es mejor porque las vacas dan más juego, corren y se mueven más” y quienes prefieren el encierro tradicional.
Cada uno de los animales tomó una dirección a su salida del camión, lo que hizo que los asistentes disfrutasen sin el miedo de ser sorprendidos por alguno de los animales. La temperatura era la idónea, puesto que no hacía un calor sofocante que agotase a las reses nada más empezar y el ganado cumplió con las expectativas de los presentes. “Ha sido un encierro movido, el ganado era muy bueno”, aseguró Jesús Pérez, presidente del Club de Caballistas Riosecanos Hermanos Peralta, organizador de este evento en colaboración con el Ayuntamiento de Medina de Rioseco. Hecho en el que coincidían la mayoría de los presentes. Hubo algunos sustos, e incluso algún joven cayó de su cabalgadura.
Al filo del mediodía, la primera de las vacas era dormida y metida, de nuevo, en el camión en tierras pertenecientes ya al municipio de Villabrágima. Media hora más tarde, lo hizo el novillo que se encontraba en el pago conocido como El Oro y, finalmente, minutos más tarde entro la segunda vaca, en La Pastelera, poniendo el punto y final a tres horas de encierro.