Los Medina, mercaderes burgaleses en Rioseco (II)


Teresa Casquete / Historiadora del Arte

A esta familia perteneció también fray Alonso de Medina y Salizanes, conocido como fray Alonso Salizanes, obispo que fue de Oviedo y luego de Córdoba. Hijo del riosecano Gaspar de Medina Requejo y de la zamorana Josefa Sánchez Salizanes. Fray Alonso nació en Zamora en 1617 y con él se trasladó hasta Córdoba esta rama conocida como los Medina-Requejo, que ocuparon cargos administrativos y eclesiásticos en esta diócesis. Entre ellos están Antonio de Medina y Salizanes, su hermano y Vicario Provincial, Francisco de Medina-Requejo, José de Medina y Corella y Francisco de Ayuda y Medina, todos ellos arcedianos del Valle de los Pedroches. El último de ellos, enterrado junto a su tío fray Alonso, en la capilla de la Inmaculada (también conocida como Capilla Salizanes). Situada en la catedral de Córdoba, luce en el arco de entrada –como puede verse en la fotografía adjunta en color- el escudo de la orden franciscana y el de los linajes Medina y Salizanes. Fray Alonso mandó también construir también una capilla funeraria en la iglesia de Santa Cruz de Medina de Rioseco, en la que enterró a sus padres y de la que no se conserva nada más que fotografías antiguas realizadas por diversos historiadores, como la que en blanco y negro acompaña a este texto y que fue realizada por Georg Weise a principios del siglo XX. Tan sólo el Ayuntamiento de Rioseco guarda en el despacho de la alcaldía, el escudo que adornaba su lucillo sepulcral, con diseño exacto al labrado en mármol en la catedral cordobesa.

El personaje de esta familia con una vida más telenovelesca fue Luisa de Medina y Acevedo. Perteneció a otra rama establecida en Tordesillas (donde sus miembros ocuparon importantes cargos municipales) y en Medina del Campo (donde realizaron importantes transacciones comerciales). Los negocios existentes entre las familias riosecanas Medina y Aguilar dieron lugar a que Luisa conociera a Diego de Aguilar Rodríguez, tío del ínclito Jerónimo de Aguilar. Luisa y Diego, sin consentimiento paterno, se fugaron y contrajeron matrimonio de manera secreta. El padre de la novia, llamado Juan de Medina, no estuvo muy conforme con esta unión, por la sencilla razón de que Diego no era aún un mercader con negocio y fortuna propios. El problema encontró fácil solución al fallecer un tío de Diego, franciscano del convento riosecano y que le nombró único heredero de una ingente cantidad. Conseguido esto, Diego y Luisa obtuvieron el perdón y la bendición paterna del interesado Juan de Medina, a quién Diego sucedió más tarde en sus cargos municipales.

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