Intenso y emotivo fin de semana el vivido por el Cardenal monseñor Carlos Amigo en su tierra natal. Sevilla y Medina de Rioseco volvieron a unirse, como tantas veces, para tributar el cariño que profesan a uno de sus paisanos más universales. “Un grupo de amigos del Cardenal Amigo han querido venir hasta Rioseco para tener un detalle conmigo, aunque el homenaje es a la Virgen de los Reyes y a la de Castilviejo”, quiso quedar claro monseñor, instantes antes de que una réplica de la imagen de la patrona de Sevilla entrase en la iglesia de Santa María.
Los aromas sevillanos inundaron cada rincón riosecano. Las monjas de Santa Clara fueron las encargadas de recibir a la Virgen, tal y como lo hacen en la capital hispalense las Hermanas de la Cruz que visten la talla antes de salir en procesión por las calles sevillanas. El puente sobre el río Sequillo se pareció un poco más al de Triana, y las rúas porticadas a las de la ciudad del río Guadalquivir. No hubo 25 costaleros como es preceptivo cada 15 de agosto en su procesión, pero los riosecanos y riosecanas quisieron portar sobre sus hombros a la patrona de la capital andaluza. Como en Sevilla, el desfile finalizó con una Pontifical. La catedral sevillana se sustituyó, en este caso, por la iglesia de Santa María, la particular Giralda riosecana.
Cerca de 40 personas llegaban a la Ciudad de los Almirantes el pasado viernes para empaparse del patrimonio y la gastronomía de la ciudad natal del que fue su arzobispo durante más de 25 años. No faltaron las visitas a sus templos y museos, aunque los momentos más intensos fueron los que contaron con la presencia del cardenal. El sábado por la tarde se honró a la patrona de Rioseco, la Virgen de Castilviejo, con una salve. Tras el acto religioso, el alcalde de la ciudad, Artemio Domínguez, descubría entre risas un pequeño secreto: “Ha podido degustar un torrezno y un chorizo frito”. Amigo lo corroboró: “Hacía muchos años que no iba a Castilviejo y también muchos que no comía un aperitivo tan rico”.
Minutos antes, monseñor inauguró la muestra el Museo de San Francisco Chiara. El legado de Santa Clara en Medina de Rioseco en la que libros, documentos, esculturas, pinturas o piezas de orfebrería, en su mayoría provenientes del convento, tendrán la misión de dar al visitante una visión de un centenario cenobio, que más allá de tener una larga historia sigue siendo, ante todo, una comunidad de hermanas que mantiene viva la llama y el espíritu de Santa Clara de Asís. Amigo se mostró muy sorprendido con la muestra “porque cuidado que he entrado veces en el convento y hoy he descubierto joyas que jamás había visto”. El colaborador de este diario y director del Museo de San Francisco Miguel García Marbán fue el encargado de guiar a la comitiva por la interesante muestra.
Otro de los momentos emotivos fue cuando visitaron la cripta de la iglesia franciscana donde se proyectó el corto Clarísimas del director riosecano Moncho Margareto, sobrino del cardenal. Una cinta que recoge la vida de las clarisas que habitan el monasterio de Santa Clara. El cineasta recordó que todo surgió en el rodaje de su primer cortometraje riosecano Dolorosa. “Yo que siempre fue monaguillo de Santa Clara jamás pensé que luego volvería para rodar un corto”, dijo emocionado.
El fin de semana terminó con una procesión. Y es que el grupo de sevillanos que arroparon al cardenal quisieron regalarle una réplica de la patrona de Sevilla, la Virgen de los Reyes. A su vez, monseñor Amigo decidió que sea la ciudad de Medina de Rioseco quien guarde la imagen, que se colocará en la iglesia parroquial de Santa María para su culto. La comitiva partió al filo del mediodía del convento de Santa Clara. El arzobispo emérito de Sevilla bendijo la talla y fueron las propias clarisas quienes tomaron el primero poso. Otro de los momentos intensos fue la salida de la iglesia conventual, pues la Banda Municipal de Medina de Rioseco interpretó el himno de la patrona sevillana.
El tiempo acompañó y muchas personas se dieron cita en las calles de la ciudad para asistir a la procesión. Tras cruzar el puente mayor, Amigo hizo una parada frente a la residencia de ancianos y otra en la puerta de la casa que le vio nacer un lejano 23 de agosto de 1934, en la calle que hoy lleva su nombre. La procesión acabó, no sin antes saludar a los niños que la próxima semana tomarán su primera comunión y que a esas horas permanecían en catequesis en el centro parroquial. Una misa pontifical y una comida homenaje en el Hotel Vittoria Colonna pusieron fin a un intenso y emotivo fin de semana, que sirvió para unir dos ciudades, Sevilla y Rioseco, tan distintas y tan iguales.
Fotografías de Fernando Fradejas y David Carpintero