Las 10 de la noche de un día cualquiera de enero. La vida transcurre en Medina de Rioseco con total normalidad. De repente, de forma inesperada, todo se detiene. Era el inicio del apagón que hace unas semanas dejaba sin luz a casi la totalidad de los vecinos que durante una hora volvieron a vivir unas escenas que no se repetían en la localidad desde hacía décadas.
La cocina vitrocerámica, el secador del pelo, el ordenador, la lámpara, la lavadora, el frigorífico, el microondas, la puerta de la cochera, los semáforos o las farolas de las calles y de las carreteras dejaron de funcionar. La oscuridad lo invadió todo y las velas, como en otros tiempos, volvieron a brillar con su emotiva y acogedora luz mortecina. Un momento ya olvidado en el que la palabra surgida del silencio volvió a revivir. Para los más mayores fue el recuerdo de una época lejana, para los más pequeños fue una experiencia que ya nunca olvidarán.
Los teléfonos sonaron y sirvieron para conocer que una avería en una línea subterránea de media tensión de 13.000 voltios de la red Iberdrola había provocada el apagón. También se sabía que un retén ya estaba en camino para devolver la luz a los riosecanos. En la calle, en especial en la calle Mayor, sólo las luces de emergencia de algunas tiendas intentaban vencer la oscuridad reinante. Efectivos de la Guardia Civil patrullaban durante el apagón para que las sombras no fueran aprovechadas para algún inesperado robo.
En la residencia de ancianos la oscuridad llegaba con la mayoría de los residentes en la cama, con otros frente al televisor que no pudieron evitar el recuerdo de otros tiempos, y las auxiliares haciendo rondas con linternas para velar por el bienestar de todos.
En el Hotel Vittoria Colonna el apagón se veía atenuado con un generador que dio luz al ascensor y a las tarjetas de las habitaciones. Además, las intensas luces de emergencia ayudaron a combatir unos momentos en los que los clientes, que estaban acabando de cenar, se lo tomaron de forma compresiva y divertida.
En los bares, el silencio vencía a la televisión, la cafetera y el grifo de la cerveza dejaban de funcionar, y poco a poco ante la larga duración de corte los clientes se fueron marchando a casa dando lugar un cierre que adelantaba su hora respecto a otros días.
Mientras todo esto sucedía, el propio alcalde, Artemio Domínguez, se acercaba hasta las instalaciones de Iberdrola en Rioseco y seguía muy de cerca las evoluciones de sus operarios para acabar con un apagón del que muchos vecinos no se enteraron al no estar en la zona de influencia de la avería. Entre ellos, la fábrica de Visteon que siguió funcionando al surtirse de la energía que le llega de una línea especial que viene de Palencia con 45.000 kW.
A las 23 horas la luz volvía a hogares y calles. La normalidad se restablecía y algunos vecinos observaban daños en algunos electrodomésticos y aparatos, de los que ayer daban parte a la compañía eléctrica.
El que no se consuela es porque no quiere, por eso hubo quien pensó que «menos mal que el apagón no ha sido el miércoles, porque nos hubiera fastidiado la primera parte del clásico Barcelona- Madrid».