Desde hace varios años vengo escuchando a los sucesivos Gobernadores del Banco de España, una propuesta, casi exigencia, consistente en elevar la jubilación a los 70 años, como una forma más de resolver los muchos problemas de la economía española.
Desconozco cuál es el criterio que el Gobierno sigue para elegir al Jefe de tan importante Institución, pero empiezo a tener claro que si a cualquier gobernador del Banco de España le hiciéramos el Test de Rorschach, en cada una de las diez manchas que configura el famoso test ideado y publicado en 1921 por el afamado siquiatra y sicoanalista Hermann Rorschach, lo que vería son jubilados.
Nunca sabré porque esa obsesión cuasi enfermiza de los dirigentes del regulador bancario por los jubilados, en lugar de ocuparse por lo suyo que es el buen funcionamiento de la banca. No alcanzo a entender cómo se puede salir a los medios de comunicación pidiéndonos que prolonguemos la vida laboral hasta los 70 años como una fórmula mágica para salvar la economía, esos mismo que recientemente nos han dicho que el Banco Popular era un lechado de virtudes pocos días antes de que lo vendieran por 1 euro al Santander, o que nos insistieran en la fantástica salud de las Cajas de Ahorro cuando estaban prácticamente todas en la quiebra por la mala gestión de sus administradores, o que permitieran la salida a bolsa de Bankia cuando se ha demostrado que era un fraude al accionista.
Del porqué de esta despreocupación por la situación de las entidades financieras y esta machacona insistencia en que cuanto más tarde nos jubilemos mucho mejor, no tengo ni la más remota idea, pero sí puedo apuntar algunos detalles sobre la, en mi opinión, absurda propuesta de seguir elevando la edad de jubilación.
Nuestro legislador ya ha convenido que algunas profesiones puedan incluso adelantar la edad de jubilación antes de los 65 años por las características de su trabajo, bomberos, policías, militares, etc. y todo ello porque la lógica más elemental nos dice que a partir de ese umbral no estarán condiciones físicas de realizar bien su trabajo, pero lo que yo preguntaría a los Srs. Gobernadores del Banco de España es en quien están pensando cuando hacen esa propuesta. O es que ellos querrían viajar en un avión pilotado por un septuagenario, pero tampoco en un autobús con 55 personas a bordo, ni podemos dejar a un conductor de esa edad llevar un camión de 35 Toneladas, ni una grúa, ni, etc. etc. etc.
La voz de Rioseco acaba de publicar unas fotos dando cuenta de la reparación de la cubierta de San Francisco en las que pueden verse unos trabajadores subidos en el tejado. ¿Alguien se imagina a un señor o señora de 69 años haciendo esa labor?. Es materialmente imposible, salvo que lo que se pretenda es que se maten cuanto antes y así haya que pagar menos pensiones.
La realidad vista desde fuera del despacho de la Calle Alcalá, 48 de Madrid, es bien distinta y esta es que pueden poner la jubilación a la edad que quieran pero a partir de sesenta y pocos años ya hay muy poca gente en condiciones de realizar su trabajo con el nivel de exigencia y competencia que el mercado laboral exige ahora mismo y que curiosamente cada vez requiere trabajadores más jóvenes para casi todas las actividades. La realidad es que a partir de los sesenta años la salud se debilita y que un trabajador que tenga ahora 65 años ha nacido en 1952, lo cual quiere decir que pudo empezar a trabajar con 14 años, lo que significa que llevaría a cuestas unos cincuenta años de vida laboral. Y eso en trabajos que exigen esfuerzo físico no hay columna vertebral, ni artrosis que lo resistan, puesto que estamos hablando de una generación que ha tenido que trabajar con escasas medidas de seguridad y medios de producción muy rudimentarios.
Y si lo que se requiere es esfuerzo intelectual, bien sabemos cómo funciona el proceso degenerativo del cerebro salvo honrosas excepciones que hay que respetar y admirar. Pero no olvidemos que una cosa es estar tremendamente lúcido para tareas creativas, como escribir un artículo de prensa, un ensayo literario o participar en una tertulia de radio y otra ponerse delante de un ordenador a sacar trabajo 1.800 horas al año en un proceso productivo cada vez más exigente y en competencia con gente mucho más joven.
Pero, a mayor abundamiento, hay que señalar que una cosa es que no dejemos jubilarse a la gente hasta los setenta años y otra bien distinta es que de hecho sigan trabajando hasta esa edad, puesto en unos casos estarán en desempleo porque sus empresas habrán prescindido de ellos, y ya hemos dicho que el mercado laboral demanda gente muy joven, en otros estarán de baja por enfermedad y en otros se les habrá declarado una invalidez.
Concluyo pues que alargar la edad de jubilación no sirve absolutamente para nada, porque a partir de cierta edad ni a la sociedad le conviene que se siga trabajando, ni a los trabajadores, ni al propio sistema financiero, puesto que aunque no se les pague pensiones de jubilación, si no les queremos dejar en la indigencia, habrá que pagar subsidios por desempleo, por enfermedad, por invalidez, rentas de subsistencia o como se quiera llamar, pero menos salario cualquier cosa.
Ruego por tanto, humilde encarecidamente, al Banco de España, que se dedique a lo suyo, que es controlar al sistema financiero y sus muchos desmanes y que nos deje a los demás seguir soñando con poder tener una jubilación digna y a una edad razonable.
Isidoro García Pando es abogado, licenciado en Ciencias del Trabajo y Graduado Social.