Ejercer de oposición, como mecanismo legalmente establecido de control a la acción de gobierno, no es tarea fácil y mucho menos en el ámbito del medio rural o de los pequeños municipios.
Inaugurar una plaza remozada, un campo de fútbol, o cualquier otra cosa, son siempre motivo de alegría y permiten una pronta conexión con el electorado, se sale en la foto de los medios de comunicación y estos actúan como un fantástico altavoz de todos los logros de quien gobierna. Sin embargo, interesarse por cuánto ha costado esa obra, explicar que se podía haber hecho por menos dinero, que existen otras prioridades menos electoralistas o incluso que se ha adjudicado por el dedo caprichoso de un Alcalde o un Concejal, no sólo no alcanza el interés de la prensa, sino que además producen un sinfín de insatisfacciones a quien lo denuncia, pese a que esa sea la labor de oposición.
Pondré algunos ejemplos que se entenderán rápidamente: si la oposición denuncia que un establecimiento de pública concurrencia viene ejerciendo una actividad de hostelería o industrial, durante meses o años, sin las preceptivas licencias, no hay duda de que está cumpliendo con su cometido, pero el efecto es que la familia afectada muestra su agradecimiento infinito, naturalmente en las urnas, hacia el grupo de Gobierno por mirar a otro lado y consentirlo, mientras retira el saludo y con frecuencia cosas más desagradables a quienes lo denunciaron. Con el efecto añadido de que quien gobierna ya se encarga de vender oportunamente el favor y hacer ver lo malos, malísimos, que son quienes están en la oposición que podrían hacer que se cerrara el establecimiento.
El control del gasto no interesa:
Hace unos años, el Ayuntamiento inauguró con todo boato, como lo suele hacer, la “escultura” que está en el paseo del Bulevar junto a la máquina del tren, (no voy a entrar en si es bonita o fea). El compañero Isidoro preguntó al Alcalde que cuánto había costado y el resultado es que el autor nunca más le ha vuelto a hablar.
No hace tampoco tanto tiempo que en las Fiestas de San Juan, se había contratado la actuación del cantante Manuel Carrasco, que hubo que suspender por inclemencias del tiempo. El Ayuntamiento no había contratado el seguro de suspensión a que estaba obligado según el contrato y tuvo un coste para las arcas públicas superior a los 40.000 euros. Lo denunciamos ante todos medios de comunicación, pero a nadie pareció interesarle.
Y añadiré otro par de ejemplos: En determinado Pleno se preguntó al equipo de Gobierno por un trabajador a quien se le había visto con un vehículo municipal fuera de Rioseco, realizando actividades privadas. El resultado fue que no sólo no se sancionó al trabajador, que estará eternamente agradecido al Alcalde, sino que éste mostró su airado enojo a quienes lo denunciamos.
Del mismo modo, se ha denunciado el despilfarro de agua de la fuente de La Flora, la existencia de fugas y tomas ilegales, que cuando se detectan en lugar de denunciar el robo ante la autoridad judicial o gubernativa, quienes gobiernan, cuando mucho, se limitan a retirarlas. Os puedo asegurar que esto es labor de oposición pero que no hace especialmente amigos y encima parece no interesar, aunque ese sobrecoste lo paguemos entre todos.
La leal oposición y la oposición responsable:
A mayores se exige que la oposición se ejerza de manera leal y responsable y ambos conceptos suponen un esfuerzo adicional. Y pondré otro ejemplo.
Durante años, el Teatro municipal ha carecido de los medios de extinción de incendios a que está obligado, porque no funcionaban las bocas de incendio instaladas en el recinto. Había dos opciones, denunciarlo ante el Organismo de control competente, que seguramente hubiera cerrado el teatro y hubiera impuesto una fuerte sanción que hubiéramos pagado entre todos o insistir machaconamente pleno tras pleno para que se resolviera.
Lo primero hubiera sido en sentido estricto lo más oportuno, sin embargo hubiera tenido un coste económico y social para los usuarios, se optó por lo segundo y hoy el problema está resuelto, evitando así una posible catástrofe en caso de incendio, pero eso no sale en los medios de comunicación tradicionales.
Lo mismo ocurre con el caso de los vertidos de aguas residuales al Sequillo, ya que hemos estado años incumpliendo la normativa comunitaria sobre depuración de aguas residuales y seguimos con importantes deficiencias.
Dónde debe ejercerse la labor de oposición:
Pero si importante es cómo hacer oposición aunque sea, como digo, labor ingrata, reflexionaré también sobre el lugar dónde debe hacerse y adelanto ya que tal sitio no es otro que la sede municipal y sobre todo en el salón de Plenos, lugar que tampoco es muy frecuentado por los ciudadanos, ya que son muy pocos los que asisten y muestran un real interés por el conocimiento de la cosa pública, lo que también contribuye a esta ingratitud de la que hablo, pues ni lo que sale en prensa, ni siquiera el acta del pleno, cuya transcripción no es literal, cosa que también se ha pedido sin éxito, suelen hacer justicia a lo qué han sido las intervenciones de la oposición.
Pretender que los concejales que ejercemos esta difícil tarea, salgamos a pregonar estas y otras cuestiones por los bares, no es sólo absurdo y chabacano, sino que podría ser hasta ilegal. No descubro nada si digo, que lo normal es que la gente vaya a los bares como lugar de esparcimiento a pasar un rato de asueto con amigos o familiares. Intentar entrometerse en esas relaciones para hacer denuncia o apología política está fuera de todo lugar. Atrás quedaron los tiempos en los que el bar era una especie de prolongación del cuarto de estar y servía para todo. Dignificar la política, ahora tan denostada, requiere también entender cuáles son los espacios y los tiempos para ejercer esa labor. Pero tampoco hay que olvidar que los
Concejales tenemos conocimiento por el ejercicio del cargo, de datos que afectan a terceros y que tienen carácter reservado o privado, acudir al bar para airear las vergüenzas de un ciudadano que no paga los impuestos o se le intenta sancionar por realizar una obra ilegal, está claro que transgrede la más elemental legalidad.
Conclusión:
La labor de oposición no es simplemente ingrata por haber perdido unas elecciones, sino que con frecuencia lo es, por la incomprensión de algunos conciudadanos que sin interés por conocer su actividad de primera mano, le exigen cosas que no están a su alcance.
No podemos olvidar que la legislación en materia de régimen local otorga a los alcaldes importantes competencias que les permite tomar decisiones sin que tenga que aprobarlas el Pleno y por último recordar que las corporaciones locales, se rigen por la regla de las mayorías y la oposición, lo es, por estar en minoría. Y lo seguirá estando mientras el cuerpo electoral no sea consciente de éstas y otras reflexiones.