Restos de excrementos de palomas y de otras aves como cigüeñas o corujas, esparcidos por bancos, retablos, esculturas, rejas y cualquier superficie, palos, pajas y plumas por todo el suelo. Esta es la situación dantesca que las cofrades de la Hermandad de la Virgen del Carmen se encontraron cuando el pasado sábado abrieron la iglesia del antiguo Convento de Madres Carmelitas de San José con el fin de llevar a cabo labores de limpieza de cara a la celebración de la tradicional novena del Carmen, que empezó este lunes y finalizará el día 16 de julio con la procesión.
“Estaba la iglesia como un palomar”, fue una expresión en la que coincidieron las distintas cofrades colaboradoras en las labores de limpieza, quienes no dudaron en señalar su desánimo al ver el estado de la iglesia y destacar que “si somos otras cerramos la puerta y nos vamos, porque si las titulares del convento no lo cuidan, no es problema nuestro”.
Cada año, las carmelitas, que actualmente se encuentran en un convento de Valladolid tras su marcha del cenobio riosecano en el año 2005, hacen llegar la llave de la iglesia a través de la parroquia a la hermandad para que se celebre la novena.
Esta situación ha hecho que la Hermandad de la Virgen del Carmen de Medina de Rioseco haga un llamamiento al Arzobispado de Valladolid y a la Junta de Castilla y León para que tome cartas en el asunto “ya que es parte de nuestro patrimonio y de nuestra devoción”.
No hay que olvidar que en el interior de esta iglesia del siglo XVII se custodian importantes obras de arte entre las que, sin duda, destaca la imagen principal del retablo mayor, una preciosa escultura de la Virgen del Carmen, obra del taller de Gregorio Fernández, de entre 1620 y 1630, que sigue el modelo del Carmen Calzado de Valladolid.
La propia hermandad ha señalado que desde la Parroquia de Santa María y Santiago se iba a proceder a comunicar la situación al Arzobispado. La cofradía riosecana ha velado, dentro de sus posibilidades, por el buen estado de la iglesia. De hecho, hace un par de años se encargó de colocar un metacrilato en una de las vidrieras que se había roto, y por la que estaban entrando al interior del templo distintos pájaros y palomas.
“Entonces pudimos ver el estado de total abandono del convento, con todas las ventanas abiertas”, señalaron con indignación algunas de las cofrades. De hecho fue por una puerta que comunica el convento con el templo, dejada abierta, por donde entraron las distintas clases de aves al interior del templo.