Comienzo diciendo que se trata de una leyenda histórica, en la cual es difícil precisar qué fundamento real tiene o qué parte de verdad hay. Con diversas variantes, incluso a veces contradictorias, los datos más comunes son éstos.
Eufrosina nació en el siglo V en Alejandría (Egipto) en tiempos de Teodosio II el Joven (401-450). Era hija de Pafnucio, rico y piadoso; no consta el nombre de la madre. Estos esposos no tuvieron descendencia durante años y, gracias a las oraciones de un santo monje -a quien habían encomendado pidiera para tener descendencia-, vino al mundo una niña, a quien pondrían por nombre Eufrosina, palabra griega que significa alegría, aludiendo a lo que significaba esta hija para tales esposos.
Su madre murió cuando ella tenía unos once años. Extraordinariamente bella la joven, su padre se dedicó a buscarle marido y la prometió a un joven rico de la nobleza. Pero el matrimonio no entraba en sus planes, sino que deseaba consagrarse a Dios retirándose a un monasterio; por lo que, aprovechando una ausencia de casa de su padre, huyó de la misma. Temiendo que su padre, al no encontrarla, fuera a buscarla por monasterios de monjas, a fin de no ser descubierta acudió a uno de hombres; para ello se cortó el cabello y se disfrazó convenientemente.
Un largo paréntesis en esta leyenda histórica. En la iglesia riosecana de San José, perteneciente al abandonado monasterio de las Carmelitas Descalzas, hay un óleo sobre lienzo (cuya fotografía ilustra esta colaboración) algo deteriorado de 45 x 52 cm., de autor anónimo castellano del segundo cuarto del siglo XVII; está situado dando al presbiterio, pero formando parte del retablo del crucero al lado del evangelio. En este lienzo se lee: Sta.EUFROSINA, BIRGEN (sic), aparece con rostro bello y vestida de fraile carmelita, por tanto sin la toca femenina. En el monasterio de Carmelitas Descalzas, fundado por Santa Teresa de Jesús en la ciudad de Valladolid, se puede contemplar un lienzo de Sta.Eufrosina, también con hábito de fraile carmelita y su larga cabellera colgada de la rama de un árbol.
Cierro el paréntesis. Eufrosina, cuyo nombre en el monasterio era Esmaragdo (o Smaragdo), vivió dando grandísimos ejemplos de santidad. Presintiendo próxima su muerte, llamó a su padre para descubrirle el engaño. Pafnucio se hizo religioso, viviendo hasta su muerte en la celda que había ocupado su hija.
La Orden del Carmen surgió como tal en el siglo XII, si bien su espiritualidad y sus raíces la relacionan incluso con el Antiguo Testamento, especialmente con el profeta Elías; por eso no es de extrañar que, como sucede con dos pinturas del profeta en la citada iglesia de San José, aparezca Elías vestido al estilo carmelitano. Las tradiciones carmelitanas se apropiaron también a Santa Eufrosina y en la liturgia de la Orden del Carmen se la veneraba como santa el día 2 de enero. A raíz del Concilio Vaticano II, en la década de los setenta del siglo pasado se reformó el calendario propio carmelitano y de su santoral -entre otros hombres y mujeres- se suprimió la celebración de Santa Eufrosina.
En un mercadillo de libros antiguos encontré y adquirí un Breviario Romano (desde el Concilio Vaticano II se le denomina Liturgia de las Horas) de la Orden de los Hermanos de la Beatísima Virgen María del Monte Carmelo, editado en el año 1938; en el día 2 de enero figura Santa Eufrosina como virgen de la Orden del Carmen, y las tres lecturas del segundo nocturno de maitines relata -lógicamente en latín- su vida.
Santa Tersa de Jesús (1515-1582) en una carta a la Madre María de San José en Sevilla, fechada el 4 de junio de 1578, alude de pasada a Santa Eufrosina, pero otros autores ponen Santa Eufrasia, virgen también de la Orden del Carmen, cuya fiesta era el 13 de marzo; ¿a cuál de las dos se refería Santa Teresa?
En el monasterio de Carmelitas Descalzos del Desierto de Las Palmas en Benicasim (Castellón) es digno de visitar el Antro de Santa Eufrosina, de la primera mitad del siglo XVIII. Los desiertos eran lugares apartados, deshabitados e idóneos para la vida cenobítica, viviendo los monjes en antros, grutas, cuevas o pequeñas edificaciones, dedicados o bajo el patrocinio de algún santo o santa.
Concluyo citando la obra escenificada «EUFROSINA», la mujer monje del padre carmelita descalzo José Martínez Navarro, cuyo nombre en religión era Alberto de la Dolorosa; publicada en el año 1992.¡Interesante! Santa Eufrosina, ruega por nosotros.