Las grullas en su largo viaje migratorio buscando mejores climas pasaron hace unos pocos días por los cielos riosecanos y fueron capturadas por el atento objetivo de la cámara de Fernando Fradejas. Un viaje de más de 2000 kilómetros que se inicia cuando estas aves se concentran en diversos puntos de Suecia, especialmente en las inmediaciones del Lago Hornborga, para seguir la llamada Ruta Occidental. Una primera etapa las llevará hasta la isla alemana de Rügen, o bien a la zona del río Oder, donde se unen a algunas de Finlandia, Polonia y de las Repúblicas Balcánicas para, después de un descanso, continuar el viaje hasta la región francesa de los lagos Der y Chantecoq. Algunas se quedan a invernar en la zona, sobre todo si el otoño es cálido, pero la mayoría prosigue el viaje haciendo una nueva parada en el suroeste de Francia, concretamente en la zona de las Landes de Gascogne donde vuelven a quedarse algunos grupos, aunque el grueso de la invernada atravesará los Pirineos por Navarra y País Vasco para dirigirse a la laguna aragonesa de Gallocanta. Este es otro de los lugares de invernada, aunque sobre todo lo es de paso migratorio, pues el destino final de este viaje son las dehesas de Extremadura y zona occidental de Andalucía.
En 1979, los naturalistas suecos Alerstam y Pennycuick, desde un avión pequeño siguieron la evolución de un grupo de grullas durante tres horas. El desplazamiento durante ese tiempo fue de 145 km., en los que no se las vio batir las alas ni una sola vez. No obstante cuando vuelan sobre el mar o cuando el sol está oculto por las nubes no hay térmicas, y por tanto tienen que batir las alas sin cesar. Es el caso de las que invernan en Egipto, que vuelan sobre el mar hasta 600 kms.