Decenas de globos iluminados ascendieron al cielo riosecano recordando a todos los hermanos que hicieron posible que la hermandad del Descendimiento y el paso de La Escalera hayan llegado hasta nuestros días. Así finalizó una emotiva y multitudinaria procesión extraordinaria que la popular hermandad riosecana celebró para conmemorar el 350 aniversario de la construcción de su conjunto escultórico titular.
El desfile de Gloria ponía el broche de oro a un año cargado de actos culturales, religiosos y solidarios. Al filo de las siete de la tarde, el corro de Santa María se llenó para participar en la Solemne Pontifical que presidió el vicario general de la diócesis, Luis Argüello, que sustituyó al cardenal riosecano, fray Carlos Amigo, que por enfermedad no pudo asistir a última hora a su cita con Rioseco.
Tras la eucaristía celebrada en el corro de Santa María, el repique de campanas anunció la salida del paso del Descendimiento. No era un Viernes Santo, pero se vivieron escenas similares. E incluso hubo otros momentos tan entrañables como a algunos mayores de la hermandad que pudieron sentir, de nuevo, la emoción de volver a sacar La Escalera, incluso esta vez acompañados de sus hijos.
La procesión avanzó hasta la calle Mayor, a ritmo de la banda municipal de música y la de cornetas del Cristo de la Clemencia, hasta llegar al atrio de Santa Cruz donde se vivió un momento emotivo. La virgen de la Soledad, titular de la antigua cofradía de la Quinta Angustia a la que pertenecía el Descendimiento, salió a recibir a La Escalera y fue honrada con una rodillada y con el canto de la Salve. Antes, hubo tiempo para que el paso bailara con la nueva marcha A golpe de corazón compuesta por Pablo Toribio.
El regreso a la Capilla fue mucho más lento. Los hermanos querían disfrutar del histórico momento y la rúa mayor estaba atestada de riosecanos y visitantes que comprobaron como en la Ciudad de los Almirantes se puede respirar Semana Santa en pleno mes de junio. Por detrás del paso, las varas mayores de las cofradías riosecanas y algunas llegadas desde otros puntos de España escoltaban a las autoridades.
Caía la noche en el corro de Santa María y a oscuras, solo con la luz del paso, La Escalera entraba bailando con los sones de la popular Saeta. Un responso por los que ya se fueron y la última sorpresa, de la capilla de los Pasos Grandes salían decenas de globos iluminados que, con una sugerente música y la dedicatoria “a aquellos que un día con la medalla de la Hermandad sobre su pecho marcharon al definitivo desfiles de gremios por las eternas rúas celestiales”, ascendían al cielo para recordar a todos los que fueron parte de los 350 años de la historia de La Escalera. El paso, de nuevo, entraba en la capilla esta vez con la marcha Santos Varones interpretada por la banda de la Clemencia y que ha sido escrita para la propia cofradía.
Desde la propia hermandad, su presidente, Jesús Vicente Brezmes, hacía un balance más que positivo a esta guinda que ha coronado un año de actos entorno al paso del Descendimiento. Más de dos centenares de personas lo celebraron con una cena de hermandad donde –como es preceptivo- se dio buena cuenta de alubias y bacalao. Un suculento menú para cerrar una jornada de grandes emociones.