Pianos, órganos, metales, flautas, clarinetes, saxofones, oboes, fagots e instrumentos de percusión afinan la semana más musical del verano riosecano con grandes notas de diversión y compañerismo. Así, las batutas de los profesores armonizan, durante toda la semana, con clases y diferentes actividades extra musicales, al casi medio centenar de alumnos que dan vida a la quinta edición del Curso Nacional de Música. Un número de participantes inferior al de anteriores ediciones debido, tal y como asegura José Luis Rodríguez, director de la Escuela de Música local y alma mater del curso, “a la coincidencia con otros cursos e intercambios”.
De esta manera, las jóvenes promesas del panorama musical, que provienen de diferentes ciudades de la geografía española, como Castilla la Mancha, Cataluña, País Vasco, León, Madrid… y, sobre todo, de Castilla y León, dedican mañana y tarde a la música en la que es, sin duda, la semana de práctica instrumental más completa e intensa del periodo estival en la Ciudad de los Almirantes. Y lo hacen con variadas actividades que van desde clases de ritmo y lenguaje hasta audiciones y ensayos que les permiten poner en práctica los conocimientos obtenidos. “Por la mañana desarrollamos las clases colectivas y por las tardes se realizan las clases individuales y los ensayos. Este año, también, en los descansos, les damos una merienda para que repongan fuerzas y hagan piña”, detalla José Luis.
Y es que la vertiente social del curso es tan vital como la musical. Es por esto que la programación incluye diferentes actividades de carácter lúdico deportivas que permiten a los alumnos intercalar y armonizar las notas musicales con diferentes juegos y refrescantes chapuzones en la piscina, que se antojan más necesarios si cabe debido a las altas temperaturas que la ola de calor ha dejado a su paso por Rioseco.
“Nuestros objetivos son que se formen individualmente con profesores que no son los que tienen habitualmente y que exista una cohesión entre las clases, el aprendizaje y la diversión fuera. Es decir, que aprendan, se diviertan y se lleven tantas buenas experiencias de las clases como de fuera de ellas”, relata el director. Un hecho que corrobora Elena Ferreras Lobo, una de las alumnas, que repite la experiencia en el Curso Nacional de Música que descubrió, casi por casualidad, el pasado año. “Me enteré de la existencia del curso el año pasado, porque me lo dijeron mis abuelos que viven en un pueblo cerca de Rioseco, me vine con una amiga y nos lo pasamos tan bien que este año hemos repetido”, confiesa. A su vez, Elena añade que el curso riosecano es “una experiencia distinta”. “No sirve solo para aprender música, sino que también haces muchos amigos y realizamos actividades extra musicales que son también muy interesantes”, afirma.
Pero si hay algo que hace especialmente importante a este curso es que se realiza en permanente contacto con los habitantes de la ciudad. Los conciertos y algunas actividades se realizan en la calle o en espacios abiertos al público. “El viernes por la noche realizaremos los microconciertos que comenzarán en la iglesia de San Pedro y de ahí recorreremos, junto con todo el público que se anime a acompañarnos, la Plaza de la Solidaridad, el Casino y terminamos en la Calle Mayor. El sábado, día grande, realizaremos una audición en el teatro, abierta a todo el mundo. También nos iremos de fiesta con la batucada en la Calle Mayo, que tanto éxito ha tenido en ediciones anteriores, y como colofón el concierto de la Noche de las Musas; una velada llena de magia, con un programa muy trabajado por todos los alumnos y profesores del curso. Un programa totalmente integrado con la vida diaria del municipio, que busca la continua implicación de los riosecanos”, explica José Luis.
En definitiva, se trata, sin duda, de un completo programa que permite que la música traspase las clases y empape las calles y los habitantes de la ciudad, que profesores y alumnos estén en contacto directo con riosecanos y foráneos y la posibilidad de acercar el conocimiento de esta disciplina de una forma sencilla y divertida a todo el público. Un programa que, a su vez, tal y como aseguró el director, no tendría lugar sin el apoyo del Ayuntamiento de la localidad: “Sin el apoyo institucional el curso no existiría y lo hemos tenido incondicionalmente desde el principio”, concluye.