Todas las ciudades y pueblos poseen diferentes vecinos que, por distintas razones, han pasado a formar parte de esa galería de personajes populares que han logrado traspasar las fronteras del anonimato para formar parte de lo que Miguel de Unamuno llamó la “personalidad colectiva” de todo un pueblo.
En Rioseco, si alguien oyera el nombre de Basilio Jesús Vallecillo, es posible que no pusiera gran atención al creer ser una persona a la que no conoce. Sin embargo, si oyera la palabra Mundial, sabría al instante de quien se estaba hablando. La semana pasada, este popular personaje moría a los 83 años de edad.
Nacido en el lejano año de 1928, Mundial pasó su infancia entre los Portales del Carbón y un corro del Carmen en el que entonces, junto al final de las vías de la estación del ferrocarril, a pocos metros del Convento del Carmen, solo había una fuente (hoy en el corro del Asado) y la popular Casa de Comidas La Flor, que regentaba la madre de Mundial, la señora Florencia, a la vez que su padre era el carpintero conocido como Valdines. Se trataba, ante todo, de un lugar de encuentro donde se podía disfrutar de sabrosas vianda y un agradable ambiente casero.
Los caminos de la vida quisieron que Mundial se ganara el sustento repartiendo con un carro y una mula los paquetes que llegaban hasta la estación de trenes, en un claro y emotivo antecedente de los actuales SEUR o MRW. Fue entonces, cuando este joven vecino perdió el anonimato para convertirse en un carismático personaje presente, una y otra vez, en la vida cotidiana de Rioseco. Su último mulo, de nombre `pepe´, daría paso a un carretillo manual de hierro
En 1949, Mundial sería llamado a filas. Desde entonces se convertiría en la cara más amable de su quinta, organizando cenas y reuniones que ayudaron a estrechar los lazos de unión entre los jóvenes nacidos en 1928. Una responsabilidad que le llevaría muchos años después a tener la honrosa iniciativa de recoger una aportación económica de toda la quinta para sufragar los gastos de una corona de flores y el encargo de una misa de difuntos cada vez que un quinto fallecía.
En el recuerdo de todos los que le conocimos y en los anales de la personalidad colectiva riosecana, quedarán grabadas en letras de oro sus populares expresiones de “cómico” y de “macareno”. Mundial, descansa en paz. El 20 de agosto nos tomaremos un vino a tu salud.