No cabe duda de que algunos hombres y mujeres han venido a este mundo para sonreír, para hacer que esta vida sea un poco mejor, para poner los más bonitos colores a este gran lienzo, en este caso Rioseco, del que formamos parte. No cabe duda de que Luis Ballesteros era una de esas personas de sonrisa imborrable, de carácter jovial, de buena voluntad.
Esta mañana, el bueno de Luis nos dejaba a los 79 años de edad. Lo hacía en su huerta, donde tantas y tantas horas pasó de su vida, y lo hacía, de repente, junto a su querida esposa, Ramonita, quien tampoco dudaba, cada día y a pesar de los pesares, de regalar los gestos y palabras más cariñosos. ¿Cuántas lechugas, cebollas, patatas, guisantes, pimientos y todo tipo de verduras, también ramos de flores para la fiesta de los Santos, habrán salido de la tierra gracias al cariño, esfuerzo y sudor de Luis y vendidos en la calle Mayor por Ramonita? ¡Qué orgullo de ser hortelano, con su particular sabiduría, cuando los grupos de escolares se acercaban hasta su huerta!.
Con mucho orgullo era cofrades de las hermandades de La Piedad y San Juan de la Cruz. En el recuerdo queda cada uno de los días de Semana Santa que con tanta intensidad vivía, en especial el Viernes Santo, que muchas veces se prolongaba hasta el sábado, en compañía de Ramón, Rubén, Luismi, Mario y otros amigos que seguro se me olvidan citar. La visita a su huerta y la comida en su casa con Ramonita no faltaban, eran “tradicionales”, cuando la “tradición” llega desde un sentimiento de amistad. Cómo no, también los momentos de la fiesta de San Juan de la Cruz. El pasado año se fundía en un fuerte abrazo con el mayordomo, su querido amigo Ramón Pérez de Castro. Dentro de algo de un mes, se le echará mucho de menos.
Porque allí donde estaba Luis había alegría y sonrisas. Todo lo miraba desde un punto de vista positivo, de gran optimismo. Porque como buen hortelano al mal tiempo siempre ponía buena cara. Una forma de ser que le había convertido en un popular vecino, de esos que todo el mundo se alegra de ver y estrechar la mano, un gesto muy normal en el veterano hortelano. Por eso, los riosecanos que ayer se iban enterando de su muerte, asumían la mala noticia con gran sorpresa y emotiva tristeza, a la par con el tono gris y lluvioso del día.
A su esposa, Ramonita, a su hijo, Luis, a toda su familia, amigos y cofrades de la Piedad y de San Juan de la Cruz, nuestras más sinceras condolencias. Querido amigo, descansa en paz. Que estas palabras sirvan de homenaje a todos esos buenos hombres y mujeres que, con una eterna sonrisa en la boca y palabras amables, ayudan, en su paso por esta vida, a ser más llevadero este mundo de locos en el que vivimos.
El funeral tendrá lugar mañana jueves a las 12 horas en la iglesia de Santa María. Capilla velatoria en el Tanatorio El Salvador (en carretera Nacional 601, junto al Convento de Santa Clara).