El tiempo otoñal deslució la festividad del Santísimo Cristo de Castilviejo y provocó que se congregara un menor número de fieles que en otras ocasiones. Al menos, la lluvia respetó la popular procesión en la que la talla de Crucificado y la de la patrona desfilan por la pradera, alrededor del santuario mariano.
Fue terminar de entonar la salve y regresar los dos pasos al interior de la ermita y comenzar la lluvia. Una hora antes había comenzado la eucaristía presidida por el nuevo sacerdote José Manuel González, dedicada a este Cristo riosecano con mucha devoción que según la leyenda protagonizó un milagro en el siglo XVII.
Tras la misa, la procesión fue amenizada por el grupo de danzas Ciudad de Rioseco que danzaron en honor de las dos tallas en diversas ocasiones durante el desfile, a ritmo de dulzaina y tamboril. Después del cántico de la Salve, bajo los acordes del himno nacional, Virgen y Cristo de Castilviejo volvían a su ermita donde reposarán hasta el próximo año.
Roberto Brezmes: orgullo de Mayordomo
Como es habitual, se celebró un responso por todos aquellos cofrades del Cristo ya fallecidos y el mayordomo de este año, Roberto Brezmes Caramanzana, ofreció un refresco a todos los hermanos de esta cofradía. Brezmes se encontraba muy contento de haber podido servir el Cristo de Castilviejo después de más de tres décadas perteneciendo a la popular hermandad y manifestaba su «orgullo». Asimismo, el presidente de la hermandad del Santísimo Cristo de Castilviejo y Nuestra Señora de la Consolación, Antonio Herrera, ha informado a este periódico que ya se ha saldado la deuda contraída tras la restauración e iluminación del retablo que acoge la imagen titular. La intervención ha supuesto un total de 22.572 euros, que ha sido sufragado gracias a los recurso propios con cuitas, colectas y donativos (13.322 euros); el legado de doña Pilar Ballesteros (5.250 euros); préstamo de la Cofradía de la Virgen (3.000) y fondos obtenidos por el sorteo de la cesta de Navidad 2014 (1.000 euros).