No podía ser de otra manera en esta Semana Santa: el domingo de difuntos y traslados también salió el sol. Con temperatura más fresca y más propia de la Pasión riosecana, al filo de las diez horas, las cofradías del Viernes Santo celebraban la misa en la iglesia de Santa María en memoria de todos los cofrades difuntos.
Después, Cristo de la Paz, Afligidos, Piedad, Sepulcro y Soledad salían del templo en los hombros de riosecanos y componentes de las hermandades con dirección a la iglesia de Santa Cruz, sede del Museo de Semana Santa, donde ya reposarán hasta otro año. Una hora más tarde, la historia se repetía en la iglesia de Santiago.
Allí las cofradías que integran la procesión del Mandato recordaban a los que se fueron con una solemne eucaristía. Al término, los diez conjuntos escultóricos iban saliendo del templo con el mismo destino. Los afortunados que cargaron con los pasos el pasado Jueves Santo eran los encargados de su salida, aunque pronto otros cofrades –jóvenes y no tanto- cogían un poso.
El conjunto del Ecce Homo hacía parada en el taller del escultor Ángel Martín donde se desmontaba la talla de Pilatos, para ser restaurada; mientras que el tablero de Jesús Atado a la Columna se acomodaba en la furgoneta de la carpintería riosecana de Wengué, quien en breve iniciará su reforma. Por último, el paso de La Flagelación quedaba en la iglesia de Santiago. El próximo domingo, con motivo del 200 aniversario de la cofradía, se celebrará un traslado solemne.