Después de toda una vida dedicada a la construcción, levantando multitud de casas desde sus cimientos hasta el tejado, subiendo y bajando de andamios, al veterano riosecano Eusebio Valdés, a los 64 años de edad, la vida le ha deparado una grata sorpresa al tener la enorme satisfacción de poder construir, piedra a piedra, colosales construcciones como la iglesia de Santiago, la ermita de Castilviejo o el arco de San Sebastián.
Pero, como en todas las cosas, existe un porqué. Hace dos años, Eusebio cayó malo, no podía salir, y su esposa, Rafaela, gran aficionada a los puzzles de miles de piezas, le entregó un kit de modelismo para la construcción a escala de una casa de campo, que, con piezas de cerámica que imitan a las piedras y materiales originales, le había regalado hacía años y estaba en el desván. «La hice en tres días y me piqué», recuerda el veterano constructor.
Tras aquella casa de campo vendría la construcción de dos iglesias románicas y del bello conjunto del palacio de Ceballos y la iglesia de San Andrés de la localidad cántabra de Argomilla, siguiendo las minuciosas indicaciones de montaje para colocar las miles de piezas de cada copia en miniatura.
Entonces, Eusebio dio un paso adelante y se propuso la difícil labor de hacer los monumentos que había visto en Rioseco toda su vida. Suponía una mayor dificultad, pues había que realizar los dibujos y los planos a escala. Sin duda «era un reto, ya que yo era el responsable de todo», señala Eusebio, quien para poder llevar a cabo estas construcciones reutilizó las miles de minúsculas piezas de otros kits fabricados para levantar el castillo del Monte (Andria, Italia).
En poco tiempo, pero con muchas horas de trabajo, surgieron de sus manos el arco de San Sebastián, la ermita de Castilviejo, con sus edificios anexos y la fuente, o la iglesia de Santiago, que está aun sin acabar. Además, también hizo una réplica de la construcción de arquitectura tradicional que él mismo, junto a su hijo Mariano, rehabilitaron de forma ejemplar, y que acoge el bar La Panera.
Otra de sus obras de propia creación ha sido la capilla de San Cayetano de la localidad gallega de La Guardia, donde la familia posee una casa. Pequeña construcción que Eusebio ha realizado dos veces, ya que una la regalará su familia a la capilla de la localidad pontevedresa para que se exponga y sea rifada en la fiesta que tiene lugar el 7 de agosto.
Cuando termine la iglesia de Santiago, el riosecano habrá colocado más de 40.000 piezas, que, en muchos casos, habrá tenido que cortar o lijar para poder dar forma a las distintas partes de la iglesia en cuanto a fachadas, contrafuertes o ventanas, siendo la estructura interna de madera, los escudos y esculturas de masilla y arcilla, y las campanas de bronce. Además levantará el atrio de la portada sur, tal y como es en la realidad.
Eusebio reconoce que su experiencia profesional le ha servido de gran ayuda a la hora de levantas las pequeñas construcciones a escala con pequeñas piedras que apenas miden un centímetro. También señala, con una gran sonrisa, que, entre las satisfacciones de levantar estas pequeñas obras de arte, está el ver cómo sus nietos algunas veces hayan puesto algunas piezas. Su idea es hacer una exposición en un futuro.
Ahora, con la llegada del buen tiempo, esta afición ha sido sustituida por las labores de la huerta y tendrá que esperar a las largas y frías tardes de invierno.