Como ya es habitual en Medina de Rioseco, el segundo fin de semana de octubre, el conocido barrio de San Sebastián rinde homenaje a su patrón: el Cristo de las Puertas. El repique de campanas y los cohetes marcaron el inicio de la celebración este domingo, en una mañana puramente otoñal en la que la lluvia amenazó, pero afortunadamente respetó los actos previstos.
En torno a las once de la mañana, algunos de los hermanos que componen la cofradía acudieron a buscar al Mayordomo a su casa, tal y como marca la tradición, donde fueron agasajados por este con variados dulces y pastas. El honor le corresponde este año a Jesús Pastor, cofrade del Cristo de las Puertas desde hace ya 29 años. “Es uno de los días más felices de mi vida porque llevo mucho tiempo esperándolo», confesó.
Media hora más tarde, los hermanos sacaron a la calle la imagen titular de la cofradía con una maniobra muy complicada por la acaracolada y estrecha escalera que lleva a la capilla donde descansa el resto del año, ante la mirada atenta de cofrades y riosecanos. Entre aplausos se inició la procesión. El cortejo estuvo presidido por el actual Mayordomo y por el que tuvo el honor de serlo el pasado año, Tomás Corral. Custodiando el paso, por detrás, estaban el presidente de la cofradía, Mateo Mateo, y las autoridades del Ayuntamiento de la localidad. Además, multitud de riosecanos y vecinos quisieron unirse a una de las festividades que mayor fervor despiertan en la ciudad de los Almirantes.
Animada por un par de dulzaineros, la procesión llegó hasta Santa María, donde se hace un alto en el camino para ofrecer una eucarística en honor al Cristo, presidida por el párroco Juan Carlos Fraile. El Grupo de Danzas se unió a la procesión a la salida de la misa dando color y ritmo a la vuelta de la preciosa talla al conocido popularmente como el barrio del caño.
La tradición indica que el Cristo de las Puertas regrese a su casa un año por la calle Nueva y el siguiente por la calle Ancha, que es por la que tocaba este año. “Es algo que se hace para que todos los vecinos del barrio vean pasar por sus casas al Cristo”, explicaba Pastor. Las más pequeñas deleitaron a los presentes con su gracia y desparpajo al bailar al son de los dulzaineros para el famoso. Con esto, un emotivo aplauso y más vítores a un “orgulloso” mayordomo se dio paso a las pastas, el vino y la limonada bajo el arco de la antigua puerta que da nombre al barrio, puesto que la lluvia comenzaba a ser protagonista.
Limonada, dulces, música y hoguera ambientaron la noche del sábado
El sábado, como es ya una tradición, la cofradía invitó a los riosecanos a pastas, limonada, refrescos y chorizo frito en los aledaños de la ermita. La velada, que es una de las celebraciones que aglutina a un mayor número de gente, estuvo animada por una discomovida que hizo las delicias de mayores y no tan mayores, que no dejaron de bailar ni cuando la inoportuna lluvia hizo acto de presencia. Desde la cofradía se esfuerzan para que cada año se pueda disfrutar de esta popular y tradicional celebración. “En la actualidad seremos unos sesenta y ocho hermanos y cada uno pagamos una cuota al año que junto con las donaciones que nos hacen sirve para sufragar los diferentes gastos”, detalló Jesús Pastor.