El poeta Luis Ángel Lobato y el colaborador de La Voz, Miguel García Marbán, participaron hace unas fechas en Las veladas de los viernes de la Fundación Santiago y Segundo Montes de Valladolid, donde se presentó el nuevo poemario de Lobato Unos ojos en la travesía, editado en Playa de Ákaba.
Unos ojos en la travesía está escrito entre los años 2011-2015, “tras concluir mi trilogía que yo llamo del desamor, compuesta por Brillante (Ed. Playa de Ákaba), Lámparas (Ed. Tansonville) y Dónde estabas el día del fin del mundo (Ed. Cálamo)”, dice el propio autor.
“Cuando comencé a escribir Unos ojos en la travesía quise, en un principio, que fuese una especie de conclusión de la trilogía antes mencionada, pero enseguida me di cuenta de que no necesitaba ninguna conclusión, ya que el último poema de Dónde estabas el día del fin del mundo resultaba ser, sin concesiones, esa conclusión. Por lo tanto, pronto me tome la escritura de este poemario como algo independiente, algo, aunque no ajeno al universo de la trilogía, que sí mantuviese una distancia, aunque no tanto de estilo, sí con el tono poético; también con indefinida anécdota de cada poema”, asegura Luis Ángel Lobato, colaborador de la sección CINEMARAVILLAS, en La Voz de Rioseco.
Prologado por Gustavo Martín Garzo, se trata de un poemario plenamente amoroso que está dividido en dos partes bien diferenciadas. En la primera, titulada ‘Tiempos tangenciales’ se hace un repaso, a través de varios niveles temporales que a veces chocan en un determinado punto, a momentos de la vida del yo poético que marcaron la pasada o que marcarán futura historia de amor que se entrevé, según van avanzando los poemas, y que remite, ciertamente, a lo declarado en los tres poemarios de la anterior trilogía del desamor. El tú poético que anida en esta primera parte de Unos ojos en la travesía es el mismo que el de esos tres poemarios, el mismo –quiere creer el poeta—que el de los nueve libros de poemas que hasta ahora ha escrito.
Un fondo de tristeza y de inquietud puebla esta primera parte. La segunda parte del libro se titula ‘Días contemporáneos’. En esta parte se pretende incidir aún más en lo cotidiano, tanto en lo íntimo como en lo social, y trascenderlo.
“También el elemento autobiográfico del yo poético es primordial –y ahora más que nunca– en esta parte, ya que está escrita a modo de diario: son siete poemas que marcan siete días en los que aparecen personas y acontecimientos muy cercanos a la vida del yo poético: alumnas, seres que han muerto, bares, calles, habitaciones, libros, películas y personajes cinematográficos… que también en la primera parte se mencionan. Pero esos siete días no son estrictamente una semana. Esos siete días ocupan, en realidad, los casi cinco años en los que se ha escrito el libro. En esta segunda parte, también palpita el tú poético que mencioné en la primera parte, aglutinando el entramado mismo de todos los poemas”, concluye Luis Ángel Lobato.