La temperatura agradable y el sol se aliaron con la celebración del Cristo de Castilviejo. Cientos de romeros, aunque menos que el día de la patrona, acudieron hasta la ermita de Castilviejo para honrar a este crucificado milagrero que, tradicionalmente, se celebra el domingo posterior a la fiesta de la Virgen.
Presidió en esta ocasión la eucaristía el párroco riosecano Juan Carlos Fraile. Tras la misa, salían en procesión las dos imágenes. Esta vez precedía el cortejo la Virgen de Castilviejo en la procesión alrededor del santuario mariano. El grupo de Danzas Ciudad de Rioseco bailó ante las dos tallas procesionadas en hombros.
La salve a la Virgen de Castilviejo era el preámbulo a la entrada de los dos pasos en la ermita donde ya reposarán hasta otro año. Ángel María Galindo tuvo el honor de ser el mayordomo del Cristo de Castilviejo. Como es habitual, se pasó lista y los hermanos de la cofradía fueron convidados a un refrigerio que se sirvió en la estancia superior a la sacristía del santuario.
Muchas familias riosecanas aprovecharon las buenas temperaturas para almorzar en la pradera y pasar un día campestre como manda la tradición en esta fiesta.