Retomamos la sección Cuadernos del naturalista, que nos trae el colaborador de lavozderioseco.com Gonzalo Franco Revilla. Y esta nueva entrada se la dedicamos a una conocida y popular especie: el laurel.
Nombre y características botánicas: Laurus nobilis, Laurel o Lauro es un arbusto o árbol perenne perteneciente a la familia de las lauráceas, a la que da nombre. Es originario de la zona Mediterránea y sus hojas son utilizadas como condimento en la cocina. El laurel común es un árbol dioico perennifolio de 3-12 m. de altura, que llega raramente a los veinte, de tronco recto con la corteza gris y la copa densa, oscura, con hojas azuladas, alternas, lanceoladas u oblongo-lanceoladas, de consistencia algo coriácea, aromáticas, con el borde en ocasiones algo ondulado.
Tienen ápice agudo y base atenuada. Miden unos 5-10 cm de longitud y poseen corto peciolo. El haz es de color verde oscuro lustroso, mientras que el envés es más pálido. Las flores están dispuestas en umbelas sésiles de 4-6 flores de 4 pétalos que aparecen en marzo-abril, y son amarillentas. Las masculinas tienen 8-12 estambres de cerca de 3 mm, casi todas provistas de 2 nectarios opuestos, subaxilares y gineceo rudimentario. Las femeninas con 2-4 estaminodios apendiculados y ovario subsésil con estilo corto y grueso y estigma trígono.
El fruto es una baya, ovoide, de 10-15 mm, negra en la madurez, suavemente acuminada con pericarpio delgado. Tiene semilla única de 9 por 6,5 mm, lisa. Madura a principios de otoño. Muy importante: cuidado de no confundir el Laurel (Laurus nobilis) con el Laurel-cerezo o Laurel real (Prunus laurocerasus) al que se parece en cierta forma. Esta última planta es tóxica por ingestión para las personas. Sus hojas son más brillantes y es habitual en jardines públicos.
Hábitat y Ecología: Requiere climas suaves sin sequía estival acusada y con pocas heladas. De forma natural se encuentra en barrancos sombríos y húmedos, en orillas de gargantas y arroyos. Se cultiva y aparece en todas las provincias de nuestra comunidad autónoma. Desde el valle burgalés de Mena, el abulense del Tiétar, los Arribes de Zamora y Salamanca formando incluso setos. Es cultivado y estimado en Tierra de Campos y otras comarcas agrícolas de nuestra región. En Cuéllar, en la provincia de Segovia, crecen ejemplares muy desarrollados y longevos, así como en la provincia de Palencia, norte de Burgos e incluso en las estribaciones de la Sierra de la Demanda. Se puede multiplicar por semillas y por esquejes, tanto de raíz como de tallo (estacas).
La multiplicación por semillas es algo lenta. La semilla debe recolectarse en zonas donde existan pies de los dos sexos, debiéndose coger sólo los frutos que están en la planta y no los caídos al suelo, pues suelen estar fermentados. La semilla limpia germina mejor que la que conserva el pericarpio seco. Los tratamientos de inmersión en agua de la semilla aumentan y aceleran la germinación. El Laurel es planta poco exigente en suelos, aunque va mejor en aquellos sueltos y frescos. Soporta muy bien la poda y es sensible a parásitos que suelen poblarla. Fuera de las regiones de clima mediterráneo, es muy sensible a las heladas.
Usos y Etnografía: Muy apreciado como especie condimentaria de guisos y especialmente de conservas de escabeche. De sus semillas se extrae un aceite empleado en la elaboración de jabón. Como medicinal es digestivo, estimulante y aséptico local. Antiguamente se utilizaban sus ramos secos para recubrir o envolver el cereal, las pasas e higos secos ya que evitaba con sus esencias, el ataque de gorgojos e insectos. También se ha utilizado, en uso externo, contra las contusiones, reumatismo, esquinces, caspa, úlceras y sarna.
Se empleaba también como antipolilla en los armarios y para dar buen olor a la ropa. Las hojas de laurel son usadas como condimento en la gastronomía europea (particularmente en la cocina mediterránea), así como en Norteamérica y Centroamérica, en la región noroeste de México, se le conoce como laurel de Castilla. Éstas se utilizan en sopas, guisos y estofados, así como en carnes, pescados, mariscos y vegetales, e incluso en postres como el arroz con leche. Las hojas se utilizan generalmente enteras (a veces como bouquet garni), y retiradas antes de servir. También pueden ser trituradas o molidas antes de cocinar para darle un mejor gusto a la comida.
También se emplean para aromatizar aceites de condimento y, por maceración, se utilizan para elaborar aguardiente digestivo y contra la tos. Para ello se introducen cincuenta hojas verdes de laurel en una botella de aguardiente y se añade azúcar. Se maceran durante al menos un mes. Para combatir el resfriado se emplea el aguardiente de bayas, para lo cual se recogen en Octubre, cuando están maduras y se maceran igualmente en aguardiente. Como planta medicinal, el Laurel es un tónico estomacal (estimulante del apetito, digestivo, colagogo y carminativo). El aceite esencial obtenido de los frutos (manteca de laurel) se usaba tradicionalmente para el tratamiento de inflamaciones osteoarticulares y pediculosis. La ingesta de hojas de Laurel en grandes cantidades llega a ser tóxica.
La madera de laurel es muy dura y se empleaba en Andalucía para trabajos de taracea (técnica artesanal aplicada al revestimiento de pavimentos, paredes, muebles, esculturas y otros objetos artísticos. y marquetería), tradición artesanal árabe que ha sido heredada y mantenida en algunas zonas como el Albaicín de Granada. Es una de las plantas que con más frecuencia producen dermatitis de contacto y fenómenos de fotosensibilización (en periodos de contacto prolongado). Además sobre el laurel existe un dicho antiguo de que «el que planta un laurel nunca lo verá crecer», aludiendo al lento crecimiento de la planta. Aunque en la cultura popular alude a la muerte del que lo planta.
Tiene connotaciones simbólicas en ciertas culturas como la romana y en la cristiana. Según la mitología, el Laurel es la transformación de la ninfa Dafne (Daphne) que al ser perseguida por Apolo fue salvada por su padre, el río Peneo, transformándola en Laurel; de ahí, Apolo cortó dos ramas y las trenzó elaborando unas coronas triunfales que usaban los victoriosos, generales y emperadores de la antigua Roma y que han llegado hasta nuestros días como símbolo de la victoria. En la antigüedad el Laurel protegía contra los rayos, el historiador Plinio así lo recoge,así mismo asegura no conocer casa plantada con laureles, que fuera alcanzada por los rayos. Laurel es el origen de los vocablos castellanos «laureado» y «bachiller», este último del Latín baccalaureatus, donde aparece laureatus, que ha recibido los «laureles» de su título académico. Incluso laureado se utiliza como sinónimo de premiado. El Laurel o lloro es un árbol muy decorativo, a la par de útil. En los versos del Libro de Alexandre (siglo XIII) se le nombra:
“Estávale en medio de un laurel muy ançiano
Las ramas muy espesas e el tronco muy sano
Cubrie toda la tierra un vergel muy loçano
Siempre estava verde ivierno e verano»