El desaparecido Puente de Posada


Teresa Casquete Rodríguez. Licenciada en Historia del Arte

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El antiguo Puente Mayor, con los templos de Santa Cruz, Santa María y San Francisco sobresaliendo entre los árboles

Si nos resulta curioso poder contemplar en una fotografía el aspecto que tenía décadas atrás determinado rincón o monumento riosecano, cuanto más nos lo parece el contemplar los ya desaparecidos. Aquí tenemos un ejemplo de esto último, porque en esta antigua fotografía, de principios del siglo XX, podemos ver nada menos que el desparecido Puente Mayor, que también se conocía como Puente de Posada o Puente de San Francisco.

El primitivo era una obra de ingeniería medieval, que en fechas cercanas al año 1527 fue destruido en una crecida del Sequillo. Por esas fechas el consistorio de Rioseco se afanó en rehabilitar dicha obra, a base de conservar lo que quedaba de ella y reconstruir el resto en madera. Un documento de ese mismo año, conservado en el Archivo Histórico Municipal, desvela la preocupación municipal que existía no sólo por levantar de nuevo el puente, sino también por recuperar los “canales pa venir agua al cano”. Es decir, la canalización que traía el agua a la fuente de San Francisco desde los páramos de Coruñeses y Valverde, a través de las arcas y el acueducto subterráneo.

Restos del puente de Santiago a la salida de Rioseco en la carretera de Villarramiel.
Restos del puente de Santiago a la salida de Rioseco en la carretera de Villarramiel.

Esta construcción provisional de madera y los restos pétreos medievales, necesitaron en repetidas ocasiones de trabajos de consolidación, como el realizado en 1545 por el cantero Lope Gago. En 1575, por ser “principal paso de vecinos desta villa y forasteros que ella vienen” el puente ya se había reconstruido de nuevo en piedra de sillería, pero como era normal hasta entonces, carecía de pretil que protegiera de caer al Sequillo a personas, animales y carros. La obra fue realizada por el maestro Juan de Hermosa (arquitecto que entonces trabajaba en la iglesia de Santiago y en la ermita de Castilviejo, entre otras construcciones riosecanas), que también se encargó de “recomponer los arcos de la dicha puente de sillería bien labrado…”.

En esta antañona instantánea vemos el aspecto que tenía la antigua construcción, que fue sustituida por la actual de hormigón. Tampoco se conservaba el primitivo puente de Ajújar, ni el de Villabrágima, pero sí –en parte- el de Santiago, en parte semienterrado. Sus arcos de medio punto y tajamares vemos en las fotografías a color, al igual que la parte tapada por el terreno vecino, todo el conjunto por su valor histórico, merece una urgente restauración, señalización y puesta en valor.

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