Aunque la mañana fue desapacible, por ventosa y otoñal, los riosecanos no dejaron de acompañar al Cristo de las Puertas, patrono del popular barrio de San Sebastián, en su festividad. A las once de la mañana, los cofrades acudían, como es preceptivo, a buscar al mayordomo a su casa. Gregorio Santamaría Martín, cofrade desde hace más de treinta años, recibió las felicitaciones de sus hermanos a los que convidó a dulces y pastas.
Media hora más tarde arrancaba la procesión con la preciosa imagen titular que fue descendida desde la capilla superior del arco San Sebastián hasta la calle, donde esperaban cofrades alumbrando, muchos riosecanos, un trío de dulzaineros y el grupo de danzas tradicionales Ciudad de Medina de Rioseco, que amenizó la procesión. El cortejo se dirigió hasta la iglesia de Santa María, donde se celebró la eucaristía presidida por el párroco Juan Carlos Fraile, y a la que asistieron miembros de la corporación, encabezada por el alcalde Artemio Domínguez, el presidente de la cofradía, Mateo Mateo, el mayordomo Gregorio Santamaría y el del año anterior, José Antonio Rodríguez, que en esta ocasión portó el banderín.
La tradición señala que el Cristo de las Puertas regrese un año por la calle Ancha y al año siguiente por la calle Nueva. El calendario quiso que este año tocara la calle Ancha y Castrillos. El veterano cofrade Miguel Fernández recordó que hace años la procesión regresaba por la calle en la que vivía el mayordomo, aunque lo hubiera hecho el año anterior. Después de la procesión, tendría lugar un aperitivo popular en el que como es tradicional no faltaron el queso, el pan, el vino y las pastas, viandas que eran las que únicas que hace años se degustaban. Entonces, fueron inevitables los emotivos recuerdos y anécdotas.
Limonada, chorizo frito y música en el prólogo de la fiesta
La festividad del Cristo de las Puertas tuvo su prólogo en la víspera, cuando la cofradía invitó a todos los riosecanos a chorizo frito, limonada y dulces, en los aledaños de la ermita, donde también hubo discomovida. Una fiesta muy popular, especialmente para los vecinos de ese barrio, que profesan gran devoción a esa talla. Y es que hace cientos de años, los riosecanos decidieron que sus antiguas puertas de las murallas, tras haber dejado de tener una función defensiva, podían ser lugar para la devoción de alguna imagen, como ocurrió en la Puerta de San Sebastián donde los vecinos del barrio fundaron en 1592 una cofradía para rendir culto a una imagen de Cristo cuya festividad, como cada segundo domingo de octubre, ha tenido lugar hoy domingo.