Desde que el 2 de junio de 2005, la Comunidad de Carmelitas Descalzadas emigró del convento de San José de Medina de Rioseco, alegando “mal estado e insalubridad”, el histórico cenobio de la Ciudad de los Almirantes, fundado en 1603, agoniza tras sus gruesos muros. A la espera de un comprador para un posible proyecto de tipo cultural o turístico, o incluso de una comunidad religiosa que pudiera instalarse en la ciudad, el convento sigue a la venta.
Hace 13 años, cuando las carmelitas decidieron mudarse a Valladolid (hoy la nueva comunidad, refundada como Carmelitas Samaritanas, se reparte entre los conventos de Valdediós, en Asturias, y Viana de Cega, en Valladolid) surgió un interesante proyecto hotelero que finalmente no fraguó.
Desde entonces una entidad financiera se encarga de su venta. Hace ya algunos meses, efectuaron la limpieza del interior del convento, lavaron la cara al inmueble y retiraron toda suciedad y maleza que se acumulaba en el cenobio y se hicieron algunas reparaciones de emergencia.
Entonces este periódico tuvo la suerte de poder visitar el interior de este convento. Sus pasillos, sus estancias, el antiguo refectorio, las celdas, la panera, la ermita interior, los amplios patios y la huerta. Todo ello rezuma la historia de una congregación que permaneció más de cuatrocientos años en la localidad y, que desgraciadamente, se marchó para siempre. El convento ahora clama por su conservación y por una buena solución para que este emblema del patrimonio riosecano no acabe siendo tan solo un recuerdo de la historia.