Dijo el gran Belmonte que se torea como se es. No hay mejor ejemplo que el del caballero rejoneador Diego Ventura. Igual fuera que dentro de los ruedos. Todo franqueza, siempre de frente, revolucionario, arrebatado y arriesgado en las suertes. Ventura, uno de los mejores rejoneadores de la historia, no se dejó ni un gramo de sinceridad en una entrevista-coloquio dentro de las Jornadas Ecuestres del Club de Caballistas Riosecanos Hermanos Peralta, que abrió el sevillano este domingo.
Ventura venía de cortar una oreja en su compromiso en el festival benéfico celebrado este domingo en La Flecha. Apenas bajado de su montura, el hispano-luso (nació en Lisboa, aunque se crió en La Puebla del Río) se trasladó hasta la Ciudad de los Almirantes que ya había visitado, junto a su padre, en los recordados festivales de los hermanos Peralta. Hasta se comprometió a torear un festival en el Coso del Carmen el sevillano, “algo que me haría mucha ilusión”.
En una entrevista conducida por el periodista riosecano José Ángel Gallego, el caballero rejoneador recordó sus orígenes muy ligados al de los hermanos Peralta. Con apenas ocho años toreó su primer becerro y debutó públicamente en la localidad zamorana de Tábara a los 14 años de edad. Ventura relató su duro camino hasta convertirse en uno de los rejoneadores más importantes de todos los tiempos, con doce Puertas Grandes en las Ventas y once en Sevilla, tras más de 1.100 corridas. Un récord inalcanzable.
Pero los comienzos no fueron nada fáciles y aún recuerda cómo a punto estuvo de tirar la toalla en el año 2004. Pero en un festejo en Las Ventas en Octubre, concretamente en el sexto toro, el rejoneador tiró «la moneda al aire, me jugué la vida y corté dos orejas». Ahí comenzó una racha imparable que le ha situado en el culmen. Ventura relató las cualidades que debe tener un caballo para ser figura y destacó a Sueño, su montura más emblemática en estos momentos, a lomos de la que protagonizó en 2016 una histórica faena en San Isidro, que de no ser por el rejón de muerte hubiera sido de rabo. Ha puesto todas sus ilusiones en Fino, un precioso tordo lusitano, raza principal en la cuadra del caballero de La Puebla.
Tampoco obvió su enfrentamiento con el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. Ventura ha pedido por activa y por pasiva entrar en más carteles juntos e, incluso, rivalizar en un mano a mano. No entiende el porqué de las pegas que el navarro le está tendiendo que, incluso, han llevado al rejoneador andaluz a no haber debutado en plazas del Norte como Logroño o Pamplona.
Ventura, apasionado del flamenco y del mundo de la caza con galgo, divirtió al público con sus azarosas anécdotas cuando su afición al galgo hizo que se convirtiera “en un enfermo con más de 80 perros, que dormían en perreras con aire acondicionado”. Entrena entre ocho y diez horas al día para que sus caballos estén a punto. En su preparación, también incide en el físico pues algunos graves percances, incluso una cornada, mermaron sus facultades. Diego Ventura habla tan claro como su toreo. Vive por y para el toro y los caballos y cree que ahora es su “momento”, por eso cree que está en condiciones de pedir «el mismo dinero» que una figura a pie.
Ante un abarrotado salón de actos del Ayuntamiento y con la presencia del alcalde, Artemio Domínguez, que abrió las jornadas, Diego Ventura charló con los aficionados, con los que se hizo infinidad de fotografías. Estos disfrutaron de su experiencia ecuestre, su sinceridad y la manera clara de abordar cualquier tema. Diego, es así: genio y figura, dentro y fuera de la plaza.