Cuando ancianos y monjas huyeron de la residencia

Una de las hermanas de la caridad narraba a una revista la riada de 1935

J.A.G y A.G.R

foto20140502_08521460
El río Sequillo
–paradojas de su nombre- provocó numerosas y continuas inundaciones durante el siglo XX, hasta que el proyecto del nuevo encauzamiento alivió las riadas y los continuos daños infringidos por las aguas cuando saltaban sus cauces. El Día en su edición del 28 de febrero de 1895 informaba de que el Sequillo se había desbordado “inundado la parte baja de la población e incomunicándola con el centro de la misma”, prohibiendo incluso la circulación de trenes por la línea de Rioseco.

El Imparcial, en su edición del 27 de diciembre de 1909, informaba de que tras una de las inundaciones, «una familia quedó aislada por la inundación en un tejar, donde hubieran perecido todos a no ser por el arrojo de tres personas que, con peligro de sus vidas, se lanzaron a la corriente para salvarlos. Estos tres intrépidos salvadores se llaman Ricardo Larrucea, Guillermo Pascual y Bruno Merino”. Más trágicas fueron las inundaciones de febrero de 1912 donde, según este mismo periódico, apareció un cadáver en el Canal de Castilla de un hombre llamado Jesús Aguado que era recluta. “También se ahogado un niño de doce años”, aseguran.

IMG_7213Algunas de las riadas más devastadoras fueron las de 1936, 1955, 1959 y 1962. En el blog Memorias de Rioseco, Gonzalo Arroyo, ha rescatado la portada del diario Panorma de Actualidad, donde se reproduce una fotografía de la tragedia que supuso las inundaciones en San Juan de 1955. En la revista San Buenaventura, en 1955, se hace una crónica casi dramática de lo que ocurrió en la residencia de ancianos. El autor, en primera persona, narra su visita a la casa asilo, donde la capilla ha sido anegada por el río. “La lamparilla  del Santísimo ha desaparecido… sillas flotando sobre las aguas… bancos que han naufragado… los Santos pidiendo auxilio… y el agua que dándose golpes de pecho ha penetrado hasta el confesionario…”

El autor del artículo conversa con sor Antonia, una de las hermanas de la Caridad –de origen-catalán, quien confirma que han tenido que subir a los animales, sobre todo a las asustadizas gallinas, a la primera planta. La religiosa dice que desde el año 1894 en el que llegó a Rioseco solo ha conocido otra riada tan feroz.

prensa21-¿No recuerda el año?

-Sí, me parece que fue en 1935. [Realmente fue en 1936]

-¿Y qué paso ese año?

-Pues que tuvimos que desalojar el Hospital

-Pero, cómo… ¿dejaron el Hospital a merced del agua?

-Sí, señor, nos fuimos todos al Colegio de San Vicente, menos un anciano que no quiso salir.

-Me podría decir ¿qué le pasó a ese anciano?

-Nada. Todos los días le traíamos la comida y se quedó de guardián hasta que volvimos todos

-¿No hubo desgracias personales?

-No, gracias a Dios.

share on: