Era común en la festividad de Castilviejo, los días previos y el propio 8 de septiembre, acercarse hasta al ermita a celebrar buenas comidas y merendolas en presencia de familiares y amigos. Cualquier vehículo era bueno para este menester, como este carro -atestado de jóvenes- y tirado por una mula en el camino de Castilviejo. Diversión y gastronomía unidos en la fiesta de la patrona riosecana.