Al filo del mediodía algunos cientos de personas abarrotaban la pradera de la ermita de la Virgen de Castilviejo. Los más madrugadores obtenían los mejores lugares para instalar mesas plegables y sillas de campo. El almuerzo esperaba en las neveras y un año más se cumplía el rito de acudir a la romería de la Virgen de Castilviejo, en el día de su festividad.
Poco después comenzaba la eucaristía, cantada por la Coral Riosecana Almirante Enríquez, y presidida por el sacerdote riosecano Jesús Hernández Sahagún, el mismo que ha predicado toda la novena en honor a la patrona de la Ciudad de los Almirantes, que cada día ha dedicado a un colectivo de la localidad. Como es habitual al finalizar la misa, las imágenes de la Virgen y el Cristo de Castilviejo salían en procesión en los hombros de los cofrades y recorrían los alrededores del santuario, acompañadas por el grupo de danzas Ciudad de Rioseco que bailaron ante las esculturas. La salve, como siempre, fue uno de los momentos más emotivos de toda la celebración y puso fin a los actos religiosos, en los que presente la corporación municipal, encabezada por el alcalde y diputado provincial, Artemio Domínguez, así como el presidente de la Hermandad de la Virgen de Castilviejo, Antonio García.
El vermú y las comidas se sucedieron en medio de un ambiente festivo en la pradera. La excelente temperatura, casi veraniega, permitió que los centenares de riosecanos y foráneos pudieran disfrutar de la romería hasta bien entrada la noche. La escena se repetirá hoy también, festividad del Cristo de Castilviejo, que siempre se celebra el domingo siguiente a la fiesta de la Virgen. De nuevo misa, procesión y almuerzo serán los protagonistas de esta jornada romera en la localidad de Medina de Rioseco.
La Virgen de Castilviejo es una fiesta en la que familias y amigos aprovechan para reunirse y disfrutar de una jornada campestre en la que no puede faltar la degustación de viandas típicas como los torreznos o la tortilla de patata, sin olvidar la casi necesaria obligación de comprar una cacha de caramelo o unas almendras garrapiñadas. El nombre de Castilviejo procede de un antiguo castillo que se encontraba situado en las inmediaciones de la actual ermita y donde según la tradición apareció una imagen de la Virgen. Aunque las fiestas grandes de la localidad son las de San Juan en junio, los riosecanos siempre han manifestado una fuerte devoción hacia la Virgen de Castilviejo, sobre todo en épocas de sequía, cuando la imagen se llevaba en procesión hasta la iglesia de Santa María donde se hacían novenarios. La cofradía de la Virgen de Castilviejo cuenta con casi 900 hermanos y hermanas, y es la encargada de mantener en perfecto estado todas las dependencias de la ermita y la pradera que la rodea, así como de organizar los actos religiosos que rodean a la fiesta del 8 de septiembre.