César Silió Cortés (Medina de Rioseco, 18 de abril de 1865-Madrid, 17 de octubre de 1944) fue un político, empresario, jurisconsulto, historiador y periodista español, padre del historiador Vicente Silió. Se convirtió desde 1901 en una de las figuras más destacadas de la política vallisoletana, fue elegido diputado a Cortes por esta circunscripción en las siete elecciones del período 1903-1918 y senador en 1921.
A esto se unió su paso por el ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (actual ministerio de Educación y Cultura), siendo ministro con Antonio Maura, en 1919, y con Sánchez Guerra, en 1921 y 1922, lo que hace que sea uno de los políticos más destacados castellano-leoneses del periodo de la Restauración, tanto por su permanencia entre las élites políticas regionales durante largo tiempo, como por los cargos alcanzados.
Sin embargo, dentro de la política provincial obtuvo cargos menores (concejal, teniente de alcalde de la capital, diputado provincial) seguramente por tener cerca la presencia poderosa en la ciudad de un antiguo compañero suyo de carrera, Santiago Alba. Estudió en la Universidad de Valladolid y en la Central, y se licenció en Derecho Civil y Canónico.
Una vez terminados sus estudios, se incorporó al Colegio de Abogados de Valladolid y comenzó su carrera profesional como pasante en el despacho de Ángel M. Álvarez Taladriz, criminalista adscrito a la escuela positivista italiana de Lombroso, Ferri y Garofalo, de gran influencia en su formación intelectual.
En su camino hacia el poder político se sirvió de elementos habituales en otros conocidos prohombres de la Restauración: estudios de derecho, vinculación familiar con el poder económico y las instituciones políticas locales y participación en la prensa local, a lo que se sumó su vinculación ideológica y personal con uno de los grandes nombres de la historia del reinado de Alfonso XIII, Antonio Maura.
Su familia era originaria de Cantabria, de donde su padre, Eloy Silió, había emigrado a mediados del siglo XIX, para instalarse en Medina de Rioseco, primero, y después en Valladolid capital, siendo al comienzo un miembro más de lo que se ha considerado como burguesía harinera.
Así, en 1883 Eloy Silió creó varias empresas: La Tejera Mecánica y La Cerámica, dedicadas a la fabricación de materiales de construcción con una avanzada tecnología de origen francés, muy apropiada para aprovecharse de la expansión urbanística que en esos momentos se desarrollaba en la ciudad. Fue miembro de la junta directiva de la Cámara de Comercio vallisoletana, accionista de la cervecera El Águila y de la Sociedad Industrial Castellana.
Además de un patrimonio económico importante, en torno a la familia de César Silió se constituyó un extenso entramado de relaciones familiares con la élite política y económica locales, alcanzando a Santiago Alba, casado con una prima suya. Otro campo de actuación local fue el de la prensa. Fue presidente de la primera Asociación de la Prensa de Valladolid a finales de siglo XIX. Como ministro incorporó las enseñanzas de publicidad a su plan de reforma de las Escuelas de Comercio.
En 1893 junto con el omnipresente Santiago Alba compra el decano de la prensa vallisoletana El Norte de Castilla, convirtiéndose en director del mismo, pasando a ser de un boletín de precios y productos agrícolas a un periódico moderno con información de carácter general. Las divergencias políticas entre Silió y Alba van a provocar la salida del riosecano del accionariado en abril de 1901.
Tras esta ruptura continuará vinculado al periodismo. Compró el diario republicano La Libertad del que fue director y, posteriormente estuvo vinculado con otros medios locales como el católico Diario Regional (1908) y el conservador La Defensa. (1911-1913). También participó en la fundación del Banco Castellano (1900) de cuyo consejo de administración formó parte. Esta entidad se va a convertir en el primer tercio del siglo XX en la principal promotora del desarrollo económico de la ciudad.
Sus contactos con el mundo cultural vallisoletano, del que formaba parte de un modo activo, se basan en la participación en diversas asociaciones de carácter cultural como la Academia de Santo Tomás, así como ser conferenciante habitual en los cenáculos locales.
Durante su primer mandato como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes con Antonio Maura, se aprobó el Real Decreto de 21 de mayo de 1919 de autonomía universitaria, conocido como el Decreto Silió o el Plan Silió, que trataba de modificar el modelo centralista decimonónico vigente de la Ley Moyano de 1857. Dicho Decreto suponía el reconocimiento de la autonomía administrativa de las universidades y su capacidad para tener sus propios estatutos, establecer sus propios planes de estudio, nombrar profesorado o elegir a su propio rector.
Pero el Decreto Silió además tenía en cuenta los recursos financieros necesarios para que esa autonomía fuese efectiva, y les reconocía a las universidades su autonomía financiera y la posibilidad de que los profesores -incluso los alumnos- participasen en el gobierno de los centros. Con su pensamiento político contribuyó significativamente al ideario político del llamado maurismo: un nacionalismo en el que la religión católica se considera el aglutinante de la unidad de la nación española.
Criticó los vicios del sistema político de la Restauración, aunque no el sistema en sí, lo que no impidió que en su actuación política cayera en los mismos defectos que previamente había denunciado. La instauración política de la II República y el triunfo de lo que él denominó revolución socialista, el bienio reformista de la República, le llevaron a planteamientos políticos más radicales aunque su elección como miembro del Tribunal de Garantías en representación de los colegios de abogados (una especie de Tribunal Constitucional), atemperó sus posiciones.
Tras la Guerra Civil asumió los postulados ideológicos del franquismo como un régimen que en sus palabras: “Debía superar los defectos del liberalismo e impedir el triunfo del marxismo”. Otro aspecto clave de su ideología es su vinculación al nacimiento del regionalismo castellano del que fue uno de sus principales impulsores, al señalar la necesidad de levantar a Castilla de su atonía para reconstruir España.
Defensor de lo castellano; en el arte, tradiciones, literatura y en lo económico: proteccionismo agrario, lo que le hace partícipe de alguna de las principales ideas sobre las que se sustenta la conocida como Generación del 98 (pensadores y literatos de Ramiro de Maeztu a Unamuno), que reflexionan y escriben después de que España pierda sus últimas colonias: Cuba y Filipinas y del consiguiente estado de pesimismo nacional.
Destacan sus obras sobre Derecho e Historia, muy marcadas por su actividad política, pero muy por encima de las de algunos de sus coetáneos, gracias a su gran erudición y formación intelectual: La reforma del régimen local, el regionalismo y Castilla (conferencia) (1908). Don Álvaro de Luna y su tiempo. Vida y empresas de un gran español: Maura. Isabel La Católica, fundadora de España: Su vida, su tiempo, su reinado (1451-1504). Otro desastre más: España en París. Resumen de legislación de aduanas. Maquiavelo y el maquiavelismo en España: Mariana Quevedo. En torno a una revolución. Trayectoria y significación de España: Del tiempo viejo al tiempo nuevo. La permanencia de las leyes económicas. Ventosa Calvell, Juan; Silió, César. Afirmación maurista: Discursos de los señores Zabala, Maura, Silió y Goicoechea. Falleció en Madrid el 17 de octubre de 1944, a los setenta y nueve años.