Según extendida creencia, las amistades más firmes se forjan en la infancia y duran y resisten las pruebas más difíciles porque están amasadas con esa irrompible argamasa que son las ilusiones y la aventura exaltante de los primeros años de la vida, y los ritos compartidos de la adolescencia, edad en la que todo finge ser posible, en la que todas las puertas parecen abiertas. Raras veces se da, pero es bonito si se cumple.
Pese a ser coetáneos, no trabé relación con Isidoro García Pando hasta la segunda mitad de los años ochenta, cuando hacía ya algún tiempo que ambos nos afeitábamos… Surgió por la coincidencia en aquella estupenda aventura de Radio Rioseco. La amistad fue fraguando despacio. Su bonhomía, sentido del humor, generosidad, trayectoria de quien con esfuerzo se estaba haciendo día a día a sí mismo, suscitaron mi admiración y afecto. Hasta hoy. Entre tanto, un día intentó meterme en política invitándome a acompañarle en la lista del CDS para las elecciones municipales del año 1991.
Me costó decirle no. Él tenía capacidad, interés actoral suficiente por la cosa pública y generosidad bastante para dedicar tiempo a ese empeño. De la nada, sin partido detrás, a puro pulso, logró hacer una candidatura muy digna, que convirtió también en un grupo de amigos (lejos en su entorno esa máxima del presidente mejicano Díaz Ordáx según la cual “en política todos los amigos son falsos y todos los enemigos son verdaderos”). Contra pronóstico, salió elegido concejal; náufrago en un Ayuntamiento de mayorías absolutas. Pero los retos le gustaban. Años más tarde, encabezó la candidatura de un declinante PSOE, en plena oleada y dinámica ganadora del PP en Rioseco. Ahora, anuncia su adiós.
Algo no funciona como debiera cuando gente capaz, honesta, con interés altruista por la gestión pública, su vida profesional resuelta, no tiene buen encaje en política; desde Valladolid le han indicado la puerta de salida; por la misma han entrado para formar candidatura los que aquí le apoyaban. Carambolas de la política.
Ha entregado en la tarea muchas horas de su tiempo libre y profesional. A cambio, se lleva algunas decepciones, no solo por los resultados electorales, que como buen demócrata supo encajar. Baltasar de la Cruz, que ha compartido concejalía con él durante estos años y sabe de lo que habla, glosaba recientemente la tarea en estas páginas en su artículo La ingrata e incomprendida labor de la oposición.
Ahora, Isidoro, a no caer en la melancolía. Dicen que es mal que se cronifica; fructífero para poetas, puñetero para abogados.