La madrileña Belén Álvarez se ha adjudicado el Concurso de Microcuentos del mes de febrero por su relato Cría cuervos, inspirado en la fotografía de nuestro colaborador Fernando Fradejas. Belén Álvarez, vinculada a la localidad de Urueña, realizó un microcuento “contundente, con mucha fuerza, bien escrito y reflejando perfectamente la problemática actual de la violencia de género”, en palabras de los miembros del jurado, que consideraron Cría curvos como el mejor de los treinta relatos presentados en este mes. Asimismo, quisieron reflejar en acta “la calidad de los microcuentos participantes, poniendo muy difícil el fallo final”.
Belén Álvarez, que firmó su historia bajo el pseudónimo Maneki-neko, decía tras conocer la noticia: “Ante todo muchas gracias por hacernos escribir. Con las obligaciones que llenan nuestras vidas se hacen imprescindibles estas iniciativas, nos hacen parar y ayudan a que salgan por nuestra mano todo lo que se crea en nuestra cabeza. Realmente proporcionáis alegría e ilusión en nosotros, que enviamos unas líneas con la esperanza de que interesen a alguien. Los relatos que escribo pueden tener distintos enfoques pero en el caso de Cría cuervos me pareció oportuno escribir sobre ese gravísimo problema existente en nuestra sociedad y en muchas otras, que supone tantísimo sufrimiento y muerte, y la mayoría de las veces vive enterrado. Me alegro muchísimo de que haya gustado en todos los sentidos”. En próximos días la ganadora visitará la redacción de lavozderioseco.com para recibir su diploma que la acredita el paso a la final que se celebrará a finales de año, con 300 euros en juego.
Cría cuervos
Cada vez que sentía los pasos de su padre por detrás de él, descargaba la maza con tal fuerza que le dolía la mano.
– ¿Has visto mi chico qué bríos tiene? – le decía orgulloso al capataz – ¡A ver si se te va a salir el hombro, animal! – reía.
Y él seguía golpeando con la imagen de su madre llorando en el suelo, y su padre gritando y escupiendo con el cinturón en la mano.
– Madre, ya falta poco, aguanta… – decía entre dientes, y sentía los golpes que daba como segundos en el reloj.
Maneki-neko