Algo se mueve en el cine desde el momento que en el último trimestre de 2014 empezó a funcionar un cine club en Valladolid, formado por socios que pagan una cuota y votan qué películas quieren ver. La iniciativa desbordó las expectativas de los fundadores: más de doscientos setenta socios. Es el cine club Casablanca. La idea de lo socios es proyectar cine en V.O.S, y películas que tienen dificultades para su distribución comercial, y no digamos en su versión original. El número de socios, las colas en la primera proyección de este trimestre, y ver una gran sala llena -algo que solo ocurre en la SEMINCI- confirma lo que llevábamos hablando amigos y cinéfilos hacía muchos años: que había un público suficiente, leal y cabe decir entusiasta, por ver cine de calidad en sus condiciones ideales: en versión original subtitulada.
Y pasemos a comentar algunas de las excelentes películas de este inicio de año 2015. Por espacio, dejaremos fuera del tintero algunas grandes películas como Leviatán de Andrei Zvyagitser o Mommy de Xavier Dolan, que recomiendo vivamente.
Birdman de Alejandro González Iñárritu (Babel) es una obra maestra. Una obra maestra vocacional, podíamos decir, que surge con esa vocación como principio, al igual que Ciudadano Kane de Orson Welles en su momento. Otras películas no tiene esa intención de origen -solo pretenden contar una buena historia o entretener, sin más- y acaban siéndolo, en el momento con el tiempo.
Hay una enorme osadía en el director para diseccionar eso que llamamos vida y hacerlo en el mundo del espectáculo, tanto del cine como del teatro, llenos de estrellas y de egos. Porque de egos, del sentido de la vida, de éxito y fracaso en el oficio de actor y en la realidad cotidiana, de ficción y de metaficción, de arte y de subcultura de masas, de admiración y de amor, habla esta película. Un arrebatado Michael Keaton nos dirige por el laberinto de su vida y de su alma, desde el éxito que tuvo cuando fue Birdman en una película de entretenimiento y de gran éxito, a su presente, en el que pasada aquella fama, y con muchos años encima, intenta montar una obra de teatro en Broadway sobre un texto de Carver. Laberinto donde se pierden su carrera profesional, pero también su papel de padre, de amante, de buen o mal actor, de buen o mal tipo. Y laberinto por donde desfila también la tentación del cine como arte y la tentación del cine como espectáculo pirotécnico que proporciona dinero y gloria representado en la figura del superhéroe Birdman (o Batman…), tentándolo como un Mefistófeles para que vuelva al redil del éxito fácil y de la fama selfitera. Cine en el cine. Este conglomerado, bien ensartado por el director, con una música de batería pertinaz, y momentos de humor desternillantes, ha sido realizado en un único plano-secuencia trucado que proporciona un ritmo frenético y envolvente a la película. Si la actuación de Keaton es sobresaliente, la de Edward Norton se “sale”, bien secundado por Noami Watts o Emma Stone. Una gozada. No recuerdo si un amigo o un crítico ha dicho que esta película puede ser admirada pero no amada. Puede que tenga razón.
Jauja de Lisardo Alonso es un filme de clara intención poética, aunque predomine lo narrativo y donde se amalgaman muchas lecturas: el tema de la cautiva de Borges, la posibilidad retroactiva de un western en la Patagonia de los tiempos de la conquista argentina, la discusión entre civilización y barbarie (Sarmiento) y su camino de ida y vuelta, el mito clásico de Jauja o el escándalo del capitán Zuloaga como héroe renegado de un mito patrio intocable. La película es una Ilíada y una Odisea patagónica (se unen conquista y periplo) donde un padre y una adolescente y bella hija participan con el ejército argentino en la conquista de una tierra de promisión, de un desierto inhóspito pero una belleza arrebatadora. El padre emprenderá su argonáutica particular en busca de la hija huida por el desierto, amante de un soldado desertor y amante de los perros que no posee, enfrentándose a las peripecias de una naturaleza hostil y a las asechanzas de un excapitán del ejército argentino que se ha mutado en defensor de los indígenas -a los que masacraba anteriormente- y partícipe de sus formas de vida y guerra. En un momento aparecerá un soldadito de madera y, quizá, una de las formas de la Sibila en la figura de una viuda danesa que habita una cueva. También se produce una ruptura de la historia al final de la película, cambiando de siglo, de país, y de ambiente, unidos ambos por ese elemento simbólico del soldadito de madera y de los perros.
Una especie «Centauros del desierto» donde el centauro es el capitán danés encarnado por Viggo Mortensen -que habla en danés y en castellano en el film- en busca de su hija perdida o secuestrada. La película provocará rechazos o adhesiones entusiastas, a la vez. A mí me parece un filme poético, evocador, lleno de iluminaciones literarias y cinematográfica, veraz, bello e, igualmente, sencillo y deseoso de alcanzar la condición de arte mayor.
Whiplash de Damien Chazalle, estuvo en la sección oficial de la SEMINCI de octubre de 2014. Para mí fue una de las películas más interesantes que pasaron por el festival, aunque los premios la obviaron y el público dividió su opinión. La historia de un aprendiz de batería y de un profesor divo y tirano, puede resultar un tanto trillada, y más cuando el guión no desprecia los giros más impactantes en la historia de sadomasoquismo académico que estamos viendo: un alumno con espíritu de superación, capaz de soportar durante mucho tiempo las humillaciones que le infringen, y un hijo de… ejerciendo de maestro implacable, inhumano, para conseguir la “excelencia” de sus discípulos. La historia se sostiene e, incluso, los giros insospechados que son verosímiles en la vida pero no en la ficción, aceleran el ritmo frenético de la cinta…, pero todo esto sería imposible sin un actor y una interpretación magistral, que se sale de cánones: la de un tal J.K. Simmons. Él es el profesor tirano, grosero, violento, que busca la excelencia de sus discípulos con “técnicas” que atacan la dignidad humana. La recompensa, se supone, es la calidad en la interpretación del músico. Los Oscar darán cuenta -¡seguro!- de esta gran interpretación –como actor, obviamente.
Relatos salvajes de Daniel Szifrón, es una película que consta de seis episodios, donde se desarrolla un cortometraje salvaje, violento, pero que mueve a la risa, involuntariamente: Un avión donde los todos pasajeros descubren que tienen un vínculo en común y…Una camarera que reconoce a un enemigo implacable y una compañera que le proporciona una “idea”. Dos conductores en una carretera solitaria que provocan un episodio atroz por un desprecio al “pringao” de turno. Un ciudadano al que arruinan su vida unas multas de tráfico y su gestión “kafkiana” por los poderes públicos. Un padre rico que tuerce voluntades para que su hijo no pague un crimen. Y una novia que descubre el día de su boda un secreto muy común…, pero que no le hace ninguna gracia.
Daniel Szifrón desarrolla estas historias de violencia suprema, estos relatos salvajes, con maestría y suspense, sin desdeñar el humor negro o negrísimo. La violencia de Argentina es la nuestra, es la del mundo, por tanto fácilmente reconocible. La película cuenta con un gran -en sentido de grandeza y de cantidad- reparto de actores: Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia…
Los Goya esperan a esta película. Junto a otras muy buenas como Magical Girl de Carlos Vermut, o la Isla Mínima de Alberto Rodríguez… Si hay ocasión, hablaremos de ellas próximamente.
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