Tiene la ciudad, como las personas, sus más escondido secretos que guarda celosamente a la mirada descuida de los ciudadanos. En estos días, la ciudad ha dejado ver uno de sus secretos en la calle mayor. Las obras en un antiguo local, en donde hasta hace pocos años estuvo la tienda de confecciones de Gabriel Santamarta, han descubierto, bajo el antiguo letrero de la fachada, el que tuvo la tienda que en ese mismo espacio hubo años antes. En letras mayúsculas de bronce fijadas sobre piedras de granito, se puede leer LA NUEVA FERRETERÍA.
A principios del siglo XX, la empresa Guillén Hermanos, con otra gran ferretería en Valladolid, abrió una tienda en Rioseco que duraría hasta los años 40, cuando Gabriel Santamarta abría su tienda de confecciones. En el techo del soportal, a escasa distancia de la bonita moldura en que culminaba la fachada, todavía se conservan las dos argollas de las que colgaban unas tenazas gigantes que, en su día, hicieron las delicias de los más pequeños, según recuerdan algunos veteranos vecinos.
A pesar de haber pasado más de medio siglo, la superposición de un letrero sobre otro ha hecho que el bronce de las letras no haya perdido su lustre, lo que ha dado lugar a que, durante estos días atrás, hayan sido muchos los riosecanos que pensasen, en un gracioso guiño de la historia, que realmente se iba a abrir una nueva ferretería.
Sin duda alguna, estos pequeños secretos son los que hacen que nuestra ciudad, y más concretamente nuestra calle mayor, tengan ese carácter único, especial y algo mágico.