Los participantes del Curso Nacional de Música salieron a la calle para mostrar todo lo aprendido en esta semana. El pasado viernes por la noche escenarios como el de la iglesia de San Pedro, los bares R3, el Irish River o El Rincón de Unamuno fueron testigos de un concierto móvil que animó a todos los testigos de este espectáculo, para finalizar en el Casino riosecano.
Las diferentes agrupaciones musicales formadas en el curso, instrumentos como trompas, guitarras, saxofones, oboes… fueron los protagonistas ya que de ellos salieron las notas que interpretaron diferentes obras que amenizaron a los espectadores de estos improvisados conciertos.
Pero la fiesta no acabó aquí. La música volvió a la calle en la mañana del sábado. Primero se celebraron las audiciones que ponían fin a la semana lectiva. Los alumnos de piano, guitarra, violín, viola, violoncello, oboe, flauta, clarinete, percusión, trompa, trompeta y saxofón demostraban los conocimientos adquiridos en estos días musicales en Rioseco.
Dos alumnas de este Curso Nacional de Música, Sara Pardo, de Medina de Rioseco, y Sara Liébana, procedente de Palencia, valoraban la experiencia diciendo que han “aprendido muchas cosas y perfeccionado” y que ha sido “muy ameno y muy divertido”. Sara Pardo además asegura que “no quiere cambiar nada de este curso, ha sido muy divertido”.
Lo más divertido estaba por llegar. Mucha gente en la calle Mayor ultimaba sus compras o disfrutaban de un relajado vermú, cuando una curiosa batukada ha irrumpido en la gran arteria riosecana. Latas de refresco, barriles, útiles de cocina… todo valía para que ese ruido se convirtiera en una animada y pegajosa melodía, que hizo bailar a más de uno.
La presencia de un alumno de Estrasburgo, Lino, ha hecho que este curso abra fronteras internacionales. El joven ha mostrado su satisfacción y comentaba «la profesionalidad y la oportunidad de conocer España y en concreto Valladolid» sobre todo destaca el ambiente y la arquitectura típica como las iglesias.
El concejal de cultura, David Esteban, en calidad de alumno de este Curso Nacional de Música, se queda con dos momentos: “El inicio del curso y por supuesto el final, donde todos demostramos la capacidad de concentración para poner en práctica todos esos aprendizajes y me quedo también con estas vivencias y con toda la gente”. Esteban concreta que este curso “tiene que sentirse, tiene que vivirse tiene que respirarse en la calle”. Una calle que por unos minutos se convertía en un gran e improvisado escenario musical.