Regla de Santa Clara
Anónimo castellano
1561
Manuscrito sobre pergamino. Encuadernación en cuero repujado 24 x 18 cm.
Convento de la Inmaculada Concepción. Madres Clarisas de Medina de Rioseco
Según los tratadistas que han abordado la Regla de Santa Clara, sus contenidos pueden resumirse en cuatro elementos sustanciales: la llamada amorosa de Dios, la libertad de elección de las que eligen esta forma de vida consagrada, la dimensión trinitaria de la vida y la referencia vital constante de San Francisco como fuente de inspiración. En estos preceptos fundamentales se sustenta la «forma de vida» particular de las franciscanas clarisas desde la creación de su orden. No obstante, hasta llegar a la Regla definitiva de la segunda orden franciscana, las primeras comunidades femeninas se rigieron durante casi cuarenta años por constituciones o normas otorgadas con provisionalidad: la Regla de San Benito, la llamada «Regla de Hugolino» (cardenal protector de las damianitas y luego Gregorio IX), la de Inocencio IV de 1247, y la definitiva Regla de Sta. Clara, aprobada oficialmente en 1253 (Uribe, 1996, pp.405-432).
El presente libro de Regla procede del convento de franciscanas clarisas de Tordehumos, cuya comunidad de religiosas se trasladó al convento homónimo de Medina de Rioseco tras su exclaustración. A este desaparecido establecimiento religioso se refirió Madoz en su Diccionario (1845-1850, p.117) diciendo que tan sólo llegó a ver los cimientos de su iglesia y una bellísima portada gótica.
El libro de la Regla procedente de Tordehumos, que lleva la fecha de 1561, muestra en su primera página una miniatura con la representación de un Calvario formado por el Crucificado y los santos fundadores, Francisco y Clara, arrodillados ante la cruz con sus símbolos iconográficos en el suelo junto a ellos. La composición se encuadra en un marco rectangular formado por dos columnas jónicas, en las que aparecen escudos franciscanos con los cinco estigmas, y entablamentos provistos de mascarones centrales; de dichos elementos decorativos y de dos jarrones situados en las esquinas superiores surgen ramas y flores. El texto con el que comienza la obra y que aparece junto a esta representación tiene, asimismo, letras capitales miniadas y recoge la fórmula de la promesa de vivir bajo la Regla otorgada por el Papa Urbano IV.
La encuadernación del libro es de cuero y presenta bellos motivos decorativos repujados en dos marcos rectangulares concéntricos. La ornamentación es de carácter seriado repitiéndose la secuencia de un dragón, un ciervo y un perro, todos ellos en carrera, separados cada cual por un arbusto. Este tipo de escenas relacionadas con la caza y la montería son muy habituales en las encuadernaciones del momento, al igual que los motivos vegetales dorados que aparecen en la parte central: florones circulares concurriendo por las diagonales, elementos flordelisados en las esquinas y dos leones rampantes que flanquean la composición geométrica central, formada por simetría con cuatro lises y cuatro florones idénticos a los citados antes. El principal centro castellano de encuadernación durante el siglo XVI fue la ciudad de Salamanca, donde estaban instalados numerosos de talleres en los que se crearon manufacturas artesanales muy similares a la que lucen estas cubiertas.
Fuente: Clausuras III: El patrimonio de los conventos de la Provincia de Valladolid