Cristo crucificado
Anónimo
Siglo XVII
Óleo sobre tabla
Procede del convento de San Francisco
Iglesia de Santiago
En la sacristía de la iglesia de Santiago se encuentra este óleo sobre tabla (en forma de cruz) representando a Cristo en la cruz, que provendría de la iglesia de San Francisco, en cuyo camarín lo habría visto el abate Antonio Ponz en el siglo XVIII, atribuyéndolo al pintor Antonio Arias. (Madrid, c. 1614 – Madrid, 1684, pintor barroco español, perteneciente a la Escuela madrileña. Su estilo es bastante personal, con gusto por las formas rotundas, y una gran maestría en la caracterización de sus personajes, sobre todo en la expresión de los rostros).
A partir del siglo XII tuvo lugar un cambio en la espiritualidad que supuso una importancia cada vez mayor de la experiencia individual e introspectiva. En este contexto la meditación acerca del sufrimiento humano de Cristo desde su infancia a su muerte en la Cruz adquirió gran importancia. Esto tuvo su obvia consecuencia en el arte con la proliferación de imágenes que servían como estímulo para la meditación y como vehículo entre el mundo real y el visionario. Dentro de éstas, aquéllas relativas a la Natividad de Cristo o a la Pasión fueron las más numerosas.
La experiencia mística a través de la imagen de Cristo Crucificado fue propia tanto de religiosos como de religiosas. En este sentido, franciscanos y dominicos fueron también partícipes de este Cristo centrismo asociado a la experiencia mística, algo que fue fomentado por sus respectivos fundadores y que tuvo su reflejo en el arte.
Además del carácter taumatúrgico atribuido a muchas de las imágenes de Cristo conservadas y que trajo como consecuencia que se sacasen en procesiones en determinadas ocasiones, éstas fueron el centro de todas las celebraciones que tenían lugar en torno a la festividad de la Pascua de Resurrección. Entorno a ésta, al igual que ocurrió con la Navidad, se desarrollaron desde la Alta Edad Media una serie de ceremonias imitativo-representativas que en algunos casos llegaron a alcanzar cierto grado de autonomía con respecto al rito establecido constituyendo lo que se conoce como “Dramas Litúrgicos”.
Antonio Arias Fernández (Madrid, c. 1614 – Madrid, 1684), pintor barroco español, perteneciente a la Escuela madrileña. Su estilo es bastante personal, con gusto por las formas rotundas, y una gran maestría en la caracterización de sus personajes, sobre todo en la expresión de los rostros. El modelado escultórico de las figuras, la paleta de colores claros y cierto naturalismo nos remiten a la obra de Juan Bautista Maíno, mientras que algunas de sus vírgenes son francamente zurbaranescas. Con el tiempo sus composiciones irán resultando más arcaicas, apegado a formulismos escurialenses e incapaz de adaptarse a las nuevas tendencias del barroco más decorativo.