Seguramente aquel espigado monaguillo del convento de Santa Clara de Medina de Rioseco en los años 40, jamás pensaría que décadas después tendría que depositar su voto en una urna en la Capilla Sixtina para elegir nuevo Papa. El riosecano, monseñor Carlos Amigo, será uno de esos 115 privilegiados con capacidad de decisión para elegir al sucesor de San Pedro al frente de la Iglesia, incluso de ser elegido nuevo Pontífice; en lo que se ha considerado el club más selecto del mundo
“Hace unos días en conversación telefónica con monseñor Amigo le dije que en Rioseco pensamos que es el más papable de todos los cardenales españoles. Él con ese tono de humor que le caracteriza me dijo: ‘al alcalde de mi pueblo le permito que diga eso’”. Es Artemio Domínguez, regidor de Medina de Rioseco, que como muchos riosecanos sueñan que, tras la fumata blanca, Carlos -como se le conoce en la ciudad de los Almirantes- sea el nuevo Pontífice.
Monseñor Amigo (Medina de Rioseco, 23 de agosto de 1934) participará hoy en su segundo Cónclave, el segundo también del siglo XXI. Todo está preparado ya en el Vaticano para que 115 de los 117 cardenales electores (menores de 80 años) se encierren bajo llave en la capilla Sixtina y bajo el Juicio Universal pintado por Miguel Ángel y en sillas de cerezo con su nombre tallado, como manda la costumbre, debatan sobre quién debe ser el purpurado que coja las riendas de la iglesia.
Los cardenales electores llegarán entre las 7 y las 10 horas a La Casa Marta, donde celebrarán una eucaristía para pedir la ayuda divina. A las 16.30 horas los purpurados irán en procesión hasta la Capilla Sixtina y cuarto de hora después pronunciarán sus juramentos. La primera fumata podría verse hacia las ocho de la tarde, aunque previsiblemente será negra, ya que es “difícil” que este primer escrutinio sea positivo, tal y como indicó el jefe de la Sala de Prensa del Vaticano, el padre Federico Lombardi. El nuevo Papa sólo saldrá elegido por mayoría cualificada de dos tercios del cuerpo cardenalicio, es decir, necesitará 77 votos para ser elegido.
En los días posteriores, el horario será el siguiente: 6.30-7.30, desayuno; 7.45, traslado al palacio apostólico; 8.15, concelebración de la Misa en la Capilla Paulina como cada mañana; 9.30, en la Capilla Sixtina rezan media hora y llevan a cabo las votaciones de la mañana, hasta que a las 12.30 regresan a Santa Marta; a las 16.00, se trasladan nuevamente a la Capilla Sixtina; a las 17.50, concluyen las votaciones de la tarde; y a las 19.15, el rezo de las vísperas.
La Capilla Sixtina cerró sus puertas al público a las 13,00 horas del pasado martes para iniciar los preparativos del Cónclave. Desde entonces, los operarios han encargado de colocar las dos estufas, una para quemar las papeletas de los escrutinios y otra para hacer el humo negro o blanco, y de elevar el piso para hacer un único nivel que llega al primer escalón del altar y donde se colocarán las mesas y sillas.
Durante el periodo de escrutinios, los purpurados deberán abstenerse de enviar o recibir mensajes de fuera de la Ciudad del Vaticano. Además, según las normas, «quienes directa o indirectamente pudieran violar el secreto ya se trate de palabras, escritos, señales o cualquier otro medio, incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica». Asimismo, las reglas marcan que los cardenales se abstendrán de toda forma de pactos y compromisos de común acuerdo.
La forma de elección se realizará únicamente por escrutinio. Si eso no ocurre en la tarde del primer día, es decir, en la primera votación, se continuará en la segunda jornada con cuatro escrutinios más, dos por la mañana y dos por la tarde.
Una votación, esta en el Cónclave tan emocionante como relevante para una iglesia con muchos retos ante sí. Ya lo dijo Carlos Amigo, tras conocer la dimisión del anterior papa Benedicto XVI, “otra vez os temblores”, en referencia a la tremenda responsabilidad de introducir la papeleta en la urna con el que , a juicio, del riosecano es la persona más idónea y preparada para ser la cabeza visible de Dios en la tierra y el faro que guíe a la cristiandad.