Un retrato del torero riosecano Leopoldo Camaleño


Teresa Casquete Rodríguez. Historiadora del Arte

Es fantástico el trabajo que están realizando los Archivos Estatales en los últimos años con la digitalización de sus fondos. Gracias a esta labor muchos historiadores que vivimos alejados de sus sedes, podemos continuar con nuestras pesquisas y encontrar de vez en cuando entre los cientos de miles de documentos guardados, curiosidades históricas relacionadas con Rioseco como ésta que publicamos hoy.

Dentro de las fichas de los emigrantes españoles a Sudamérica, nos topamos con la del torero riosecano, Leopoldo Camaleño, del que apenas conocíamos unos pocos datos gracias al libro de Alberto Pizarro “De Enríquez a Manrique…”. La fotografía no es de gran calidad, pero los datos que guarda este registro nos aportan un mayor conocimiento de su biografía, a los que podemos unir los conseguidos a través de un pequeño rastreo por las hemerotecas de Méjico.

Leopoldo Camaleño Obregón nació en Medina de Rioseco un día de San Juan de 1868, hijo de Gabriel y Jacoba, siendo bautizado en la parroquia de Santa María. Los apellidos no son oriundos de nuestra ciudad, por lo que es fácilmente deducible que sus padres eran inmigrantes en el Rioseco de esos años.

En 1882, se trasladó a Méjico junto a un hermano suyo, llegando al puerto de Veracruz el 22 de enero de ese año con apenas 14 años de edad. Comenzó trabajando de empleado de comercio en una empresa, pasando más tarde a desempeñar el puesto de cajero en otra diferente. Su actividad taurina tuvo su inicio como banderillero, tomando la alternativa el 20 de mayo de 1894 de manos de José Centeno. Además de éxito como matador gozó en este país americano de un no menor reconocimiento social, que le llevó a actuar incluso en una obra musical -un sainete lírico titulado Niña Pancha– en el que Camaleño hacía el papel principal. También fue el inspirador de la personalidad de Jarameño, en la novela de Federico Gamboa, Santa y se le dedicó un corrido mexicano titulado La alternativa de Camaleño, que comienza en sus primeras estrofas diciendo:

A Leopoldo Camaleño
Le tocó banderillear
Tomando la alternativa
En la plaza de Mixcoac.

 

Tiempo hace que se alternó
Aquel Cayetano Leal,
Y por cierto que esa tarde
Al pobre le fue fatal…

 

La ficha de su entrada en México, fue realizada en 1937, estando ya retirado de los ruedos, y en ella se le describe como un hombre de complexión media, de 1,76 de altura, ojos castaños, pelo blanco, cejas pobladas y mentón plano. Casado, comerciante, de origen español y residiendo en la Calle Zaragoza, nº 49 de San Luis Potosí.

Precisamente murió en esta misma ciudad poco tiempo después, el 16 de septiembre de 1939, sin haber regresado nunca a su tierra natal.

La carrera taurina de Calameño; por Ángel Gallego Rubio
Algunos datos más, de los pocos que se conocen, sobre este cuasi desconocido paisano que fue el primer matador de toros que dio la provincia de Valladolid. Inició su carrera saltando como espontáneo en la plaza de Colón de México D.F. iniciando allí su vida torera como banderillero y figurando después como segundo espada, dando elocuentes pruebas de valor en la Ciudad de México, San Luis Potosí, Pachuca, Puebla, Guadalajara, Veracruz, Mérida o San Pedro de Zacatecas.
El día de su alternativa se inauguraba la Plaza de Toros de Mixcoac, con él torearon José Centeno y Juan Moreno El Americano. Los toros lidiados fueron de Atenco y la tarde fue sangrienta ya que El Americano fue corneado de gravedad, Camaleño y el subalterno Sebastián Gil Pimienta también fueron heridos aunque de menor gravedad, y al picador Irineo García le atravesó el pie un toro y le tuvieron que amputar la pierna, muriendo en septiembre de ese año.
Otras corridas en las que actuó y de las que he podido localizar reseñas en antiguas revistas son la del 18 de octubre de 1891 en la plaza de toros Colón, a la que asiste el general Porfirio Díaz. La del 11 de noviembre de 1894 en Tacubaya como testigo de la alternativa del bigotudo matador mejicano Ponciano Díaz. La del 17 de enero 1897 en Guanaciví (Durango), donde dicen que está muy recuperado de una cornada anterior. En esa misma plaza el 6 de diciembre de 1897 le propina una grave cornada, tanto que corrió el rumor de que había muerto, un toro de Ramos que tenía ¡10 años! El 16 de octubre de 1898 se encierra en San Bartolo Naucalpan con cinco toros de la ganadería Espíritu Santo. En Puebla actuó a su manera el 22 de enero de 1899. El 9 de diciembre de 1901 lidió en solitario cuatro toros en Tamalimpa. En Torreón el 14 de diciembre de 1902 se resiente de otra cornada reciente y en esa misma plaza el 21 de diciembre de 1903 sufre otra muy grave cogida en el vientre, que posiblemente significara el final de su carrera.
Los públicos de México vieron en él un buen matador, pundonoroso, arrojado y cumplidor, aunque, al parecer, no era un virtuoso con los engaños. También debió de organizar alguna corrida ya que en 1896 cursó una solicitud para que se le devolviera el valor de una licencia por un espectáculo taurino que no realizó en la plaza del Buen Gusto por falta de concurrencia.

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