Tres horas y cuarto después de que comenzara la Final de la Liga del Corte Puro, sus dos auténticos protagonistas todavía andaban firmando autógrafos y fotografiándose con cientos de aficionados, la mayoría jóvenes, que invadieron el albero del coso Zorrilla cuando todo hubo terminado. Fue la final perfecta para muchos, odiada para otros, pero soñada por dos viejos amigos, dos veteranos de los ruedos, dos maestros del corte, dos héroes de la tauromaquia popular. Víctor Holgado y Alejandro García Pajarito, por fin, llegaban juntos a la gran final de la Liga del Corte Puro, que el riosecano ya se había llevado hace dos años.
El de Vezdemarbán quería rubricar su cetro en el mundo del corte; el de la Ciudad de los Almirantes ansiaba la despedida perfecta, el recordado adiós de su plaza, de su afición en la última temporada entre las astas. Y al final lo consiguieron. Merecidamente, jugándose el pellejo ante tres astados de Antonio San Román, que lidió un encierro serio, aunque desigual en comportamiento, con un codicioso y bravo toro, el de la final; un precioso jabonero que se quiso sumar a la fiesta. Una vibrante final que será recordada y que algunos –injustamente- quisieron reventar con una sonora pitada por la no presencia de un joven cortador que está de moda: Dani Alonso y que sus seguidores están completamente convencidos de su victoria en todos los concursos, sin importar el tino de sus actuaciones. Y que vaya por delante que Dani es un excelente cortador que sin duda está llamado a ser uno de los grandes. Pero ayer no hizo más méritos que el riosecano.
Pero hagamos historia. En su campaña de despedida de los ruedos, Pajarito no estaba acartelado en la gran final vallisoletana, una de las citas más prestigiosas del calendario taurino popular. Clasificado en una sorprendente e injusta decimosexta plaza en la semifinal de Íscar, solo acudían a Valladolid los mejores quince. La empresa, entonces, fue sensible e incluyó al riosecano en el certamen para que pudiera despedirse de su gente, aunque fuera a modo testimonial. La cogida en Medina de Méndez hizo que Alejandro pudiera competir en la gran final y su adiós en Valladolid fuera en toda regla.
[pullquote]
Alguno que lea esta crónica pensará que la defensa del riosecano pueda ser fruto de pasión de paisanaje. Nada más lejos de la realidad. Pero ayer en la final de la Liga del Corte Puro, del que Alejandro por méritos propios fue subcampeón, un sector de la plaza de toros fue muy injusto con el cortador riosecano. El público es soberano, por supuesto, y tiene derecho a mostrar su disconfomidad con los pitidos, los pañuelos y la bronca. Cabrearse con los responsables de las decisiones y patalear si fuera necesario. Los jurados fallan y son subjetivos, eso sí, ninguna culpa tienen los que se están jugando la vida. Y la bronca finaliza en el momento en el que el astado está en el ruedo y dos tíos luchan, cara al cara, contra la muerte. Lo contrario sólo tiene un nombre: desconsideración y falta de respeto. Pajarito podía pasar o no a la final. Es discutible. Lo cierto es que no hizo menos méritos que el aclamado Dani Alonso. Pajarito tuvo que pasar ese mal trago, sobreponerse a los gritos y con su valor seco y templado transformar la bronca en aplauso. Sus propios compañeros desde el callejón lo jaleaban y pedían el apoyo para el riosecano. Al final mereció la pena y la despedida del de la Ciudad de los Almirantes del coso de Zorrilla fue casi perfecta. Por delante quedan un puñado de concursos y certámenes hasta que finalice la temporada para disfrutar de los últimos embroques del riosecano. Entonces será el final. O el principio. Enhorabuena Alejandro.
[/pullquote]
Ovación de gala en su presentación, cuando el speaker de Torpasión anunció su nombre. Luego las cosas torcieron El tercer novillo fue el más complicado de los seis que saltaron a la arena. Holgado y Pajarito tiraron de oficio y consiguieron clasificarse a la semifinal. El de Rioseco se vio las caras con Dani Alonso y, especialmente, su último y ajustado corte le valió el pasaje para la final junto a su amigo Víctor Holgado. A pesar de ello, un sector de la abarrotada plaza de toros consideró que la decisión del jurado no fue la correcta y corearon el nombre de Dani Alonso.
Sea como fuera, los más puristas creen que de forma totalmente justificada, Alejandro y Víctor; Víctor y Alejandro protagonizaron una final para el recuerdo. A pesar de un cierto ambiente hostil y de algunos pitos, el riosecano se recompuso y fue ganando en cada embroque, ajustándose al máximo y gustándose en muchos momentos, en el que ya sabía que sería su último toro en el coso de Zorrilla. Al final ganó Holgado, el rey del temple y de la torería.
Pero Alejandro guardó en su retina y en lo más profundo de su sentimiento torero algunas emociones que ya le acompañarán el resto de su vida. Como cuando su novia Henar y su hermano Fernando saltaron a la arena para fundirse en un abrazo. O cuando todos sus compañeros, algunos incluso ya no en activo, le arroparon en medio del ruedo y el riosecano no pudo contener el llanto.
Fueron lágrimas de recuerdo, del sabor amargo de las cornadas, del dulce de los triunfos, de la dureza de los sinsabores y los sacrificios, de los buenos momentos, de sentirse torero y querido. Lágrimas que anunciaban un adiós definitivo para el comienzo de una nueva vida en la que estamos seguros de su triunfo. Alejandro se despidió con orgullo y gallardía por la Puerta Grande, con la torería que siempre le acompañó en sus doce años en el mundo del toro. Alejandro fue, es y seguirá siendo un grande. Como algunos ya le han bautizado Alejandro Almirante del Corte Puro. [Ver galería de fotos]