El Camino de Santiago siempre está lleno de sorpresas. Eso lo sabe cualquiera que inicia una peregrinación o incluso los vecinos de los pueblos por los que transcurre el Camino. Hace unos días lo pudimos comprobar en Rioseco. Eran peregrinos que se dirigían a Santiago, pero no caminantes al uso. Hacían su particular ruta jacobea en un precioso carro tirado por dos jacos. Son Eusebio Juzgado Chipi y Manuel Pascual, vecinos de Pozuelo de Alarcón que el pasado año se echaron a la senda jacobea y llegaron en una semana hasta la Ciudad de los Almirantes. “Tan bien nos trataron en esa localidad, especialmente las monjas de Santa Clara, que este año hemos querido iniciar nuestra semana peregrina de nuevo en este lugar, con el objetivo de llegar a Ponferrada a través del Camino de Santiago de Madrid y ya el próximo año plantarnos en Santiago”, dice Chipi, iniciador de esta peregrinación mediante una promesa.
Caminan una media de 40 kilómetros diarios. A veces en el carro de cuatro ruedas que tiran dos caballos burguetes y otras veces andando, al menos por espacio de dos o tres horas cada uno. “La experiencia está siendo muy buena”, algo que se puede comprobar en el blog chipicaminosantiago.blogspot.com a modo de diario en el que cuelgan las fotos y los mejores vídeos de cada jornada. Aseguran que en ninguna localidad han tenido problemas con sus monturas, excepto en Mansilla de las Mulas. “En el resto de los pueblos los vecinos, incluso, nos llevan a los caballos a sus corrales. No obstante, llevamos bezo y pienso para evitar problemas”, dice el peregrino.
Dos caballos entrenados durante varios meses, como si de deportistas se trataran, en un caminador para que no tengan problemas físicos durante el trayecto. El día que volvieron a Medina de Rioseco no dudaron de nuevo en hospedarse en el albergue de peregrinos que regentan las monjas del Convento de Santa Clara. “Son maravillosas, especialmente la Hermana Piedad. Estar a su lado es estar a tres metros del cielo”. Como recompensa toda la comunidad pudo dar un agradable paseo en carro por el patio del cenobio. Toda una novedad en la austera vida de clausura. Luego, Chipi y Manuel iniciaron peregrinación. ¡Buen camino!