La iconografía mariana acentúa el lirismo y dulzura de su arte en las representaciones del embarazo de la Virgen María. Me ciño a Medina de Rioseco, aunque sería muy interesante referirme también a la ciudad de Valladolid y a otros pueblos de nuestra provincia vallisoletana.
En Medina de Rioseco la Virgen aparece leyendo en el libro sostenido por la mano sobre su brazo derecho la antífona latina: O Sapientia… (Primera de las denominadas Antífonas Mayores o Antífonas de la O); la izquierda la tiene colocada finamente sobre el pecho. Es la Virgen de la Expectación (así la llama también Antonio Ponz (1725-1792) en su magna obra ‘Viaje por España’) o con más precisión Santa María de la Esperanza; pues ella, presidiendo el retablo mayor, era la que daba este nombre a la iglesia y al convento popularmente denominados ‘de San Francisco’. Ojalá en el lenguaje popular y en los libros de arte se emplease el nombre primitivo. Esta escultura en madera policromada es obra -ya Ponz se la atribuía- de Luis Salvador Carmona (Siglo XVIII ), y figuró en la catedral de Valladolid en la primera exposición de Las Edades del Hombre, como se recoge en el nº 176 ó 180 -según las ediciones- del libro catálogo publicado sobre la misma; en la actualidad puede admirarse en el riosecano Museo de San Francisco, está colocada de nuevo en el camarín del centro del retablo mayor. Santa María de la Esperanza se llamó también otro convento franciscano, hoy desaparecido, el de Valdescopezo; a unos tres kilómetros de Medina de Rioseco, donde está la fuente La Samaritana.
El día 18 de diciembre se celebra a la Virgen María bajo la advocación triple -pero con idéntico contenido- de Ntra. Sra. de la Esperanza, de la Expectación del Parto o, con denominación más española aún, María de la O; cargada de lirismo y de profundidad religiosa. En efecto, en los días próximos a la Navidad la Iglesia por boca de sus sacerdotes y de otras personas reza en Vísperas siete antífonas, una cada día del 17 al 23 inclusive, que comienzan con la palabra ‘O’ de una letra; es una interjección de la lengua latina -que es como antes se rezaba- igual a nuestra admiración ¨¡Oh!¨. Oh Sabiduría, oh Sol, oh Rey… Ven y sálvanos. Así clamamos como en un hermoso crescendo de la esperanza que nos lleva a las puertas de la Navidad. Exclamaciones que expresan la esperanza o el deseo cada vez más creciente de la venida de Cristo, el Mesías. Anhelo grande como la O de su comienzo. Y esa venida se realizó por María. Ella es Ntra. Sra. del Adviento, de la Esperanza, de la O.
José Mª Pérez Lozano en su libro Dios tiene una O, lleno de unción y poesía, en el capítulo ‘María de la O’ escribía -entre otras cosas-: Déjame estar contigo, Señora, para saber cómo nace la flor y cómo se hace. Cómo los pétalos rodean la O gloriosa de tu corola. Porque este Hijo va a poner más hermosura en tu rostro.